Seas o no consciente de ello, tu necesitas el gozo del SEÑOR; todo tu ser clama por el… Quizá hayas intentado complacerte a ti mismo con sustitutos superficiales: dinero, estatus social, éxito, incluso drogas, alcohol, sexo ilícito o comiendo en exceso. Y si lo has hecho, sabes que al final estas cosas te dejan sintiéndote insatisfecho. La felicidad que brindan es momentánea, dejándote otra vez con ese anhelo profundo por algo más.
El gozo. Todo tu ser ansía por el. ¿Por qué? Porque si quieres seguir viviendo, necesitas fuerzas, y el gozo del SEÑOR es tu fortaleza (Nehemías 8:10). Cada fibra de tu ser clama por esa fuerza, pues vives en un mundo que se mueve en dirección negativa.La raza humana sin Jesús va camino a la muerte. Por tanto, a fin de obtener vida, debes ir en contra de la corriente. Y se requiere de mucha fuerza para ir en contra de la corriente. Se requiere de esfuerzo para no vivir en la manera en la que el mundo vive —con duda, temor, pobreza y fracaso—.
Todo lo que tienes que hacer para caer en duda e incredulidad es relajar un poco tu fe en el Señor. La corriente negativa de este mundo te arrastrará río abajo.
¡Con la pobreza es lo mismo! Todo lo que tienes que hacer para ser pobre es irte a la cama. La Biblia nos dice: “Un rato más de sueño, una pequeña siesta, un breve descanso de brazos cruzados—y la pobreza te asaltará como un ladrón…” (Proverbios 6:10-11, AMP). La prosperidad requiere esfuerzo y diligencia. No puedes alcanzarla si desperdicias tu vida durmiendo.
Resistir la pobreza, el temor, la duda y la enfermedad requiere de fortaleza – ¡mucha fortaleza! Es por eso que todo tu ser continuamente clama por ella.
Si no permaneces alerta, Satanás sacará ventaja de esa necesidad y te engañará. El te dirá que tu fuerza se encuentra en las drogas. El te dirá que está en el alcohol. El te dirá que está en la comida. El te dirá que está en el sexo.
Ahora bien, el sexo es algo bueno; sin embargo, Dios no lo diseñó para que se vuelva tu vida. Y cuando las personas lo sacan de ese contexto, el sexo te destruirá como lo haría la mordedura de una cascabel. La muerte está ligada al adulterio. No trae vida ni paz. El adulterio produce muerte y destrucción.
La fuerza que realmente necesitas puede venir únicamente de una sola fuente: El gozo del SEÑOR. El gozo es la fortaleza que necesitas para ir contra la corriente de este mundo. Ahora, te preguntarás, ¿de dónde proviene el gozo? ¿cómo puedo hacer que fluya?.
El gozo proviene de la PALABRA de Dios. En Gálatas 5:22 se nos enseña que el gozo es un fruto del espíritu. Es una fuerza espiritual nacida en el espíritu del hombre en el momento de su conversión, junto a la fe, el amor, la paz, la paciencia, la benevolencia, la bondad, la mansedumbre y la templanza. El gozo no es algo que se pueda “adquirir”. Este ya está dentro de cada creyente nacido de nuevo.
Debido al parentesco del gozo con la fe, es fácil aplicar muchos de los mismos versículos que hablan de la fe al gozo. En Romanos 10:17, leemos: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios». El gozo también viene al oír la PALABRA. 1 Juan 1:4 nos lo deja saber. Por tanto, el gozo es producto de la PALABRA, al igual que todo lo que proviene de Dios. No intentes buscar gozo en otras fuentes. Está dentro tuyo – busca allí a medida que medites en la PALABRA.
El gozo viene cuando recibimos la revelación de Jesús; quien es una revelación del Padre mismo —el Dios todopoderoso—. Descubrí esa poderosa verdad al meditar en las cosas que Jesús les dijo a Sus discípulos antes de ir a la Cruz.
Al final de Su ministerio terrenal, El SEÑOR dejó atónitos a Sus discípulos, diciéndoles: «Os conviene [les es más beneficioso] que yo me vaya» (Juan 16:7).
Tienes que entender por qué aquellos hombres quedaron tan atónitos ante esa declaración. Era difícil para ellos creer que era mejor que Jesús se fuera. Mientras Él estuvo con ellos, todas sus necesidades fueron suplidas: Él calmó las tormentas, alimentó multitudes con unos cuantos peces y panes, resucitó a los muertos y sanó a los enfermos. Obviamente mientras Él estaba con ellos todo era mejor de lo que había sido antes. Sin embargo, Jesús les indicó: «Os conviene que yo me vaya».
Sigamos leyendo y descubramos porqué. Leamos de nuevo Juan 16:7: «Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador [el Ayudador] no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré». Ahora leamos, los versículos 13-15: «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber».
Y por último, leamos los versículos 22-25:
«También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre».
Presta atención en estas declaraciones. Jesús conecta el conocer al Padre con el gozo del SEÑOR. El sabía que el gozo es el resultado de tener una revelación del Padre. Y donde el gozo crece, hay fuerza (Nehemías 8:10).
Entonces, ¿cómo vamos a conocer y a comprender al Padre? Felipe le hizo la misma pregunta a Jesús: “¿Cómo nos mostrarás al Padre?”. Y Él le respondió: «¡Los que me han visto a mí han visto al Padre!». Para obtener una revelación del Padre, necesitas observar a Jesús.
El SEÑOR le habló a Oral Roberts años atrás y le dijo: Me conocerás mejor que ninguna otra persona si lees Mateo, Marcos, Lucas, Juan y el libro de los Hechos, tres veces durante 30 días, y si lo haces de rodillas. Y 30 días después, el hermano Roberts compartió: «Conozco de una manera más íntima a Jesucristo de Nazaret que cualquier otra persona sobre la Tierra».
Jesús se reveló a Sí mismo al hermano Roberts en y a través de la PALABRA de Dios. Cuando el vio a Jesús, vio al Padre.
Tú también puedes conocerlo de la misma manera. Jesús le hizo esa promesa a todo aquel que guarde Su PALABRA. En Juan 14:21-23, se nos explica: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré [revelaré] a él… El que me ama, mi palabra guardará…».
El método fundamental de Dios para revelarse a si mismo es a través de la PALABRA: «Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido» (1 Juan 1:4). Si tu te propones escudriñar la PALABRA de Dios para obtener una revelación de Jesús y del Padre, el gozo del SEÑOR se levantará en tu corazón. Y si permaneces en éste, no habrá condición física, mental, espiritual, social, ni problema político que sea capaz de desanimarte. La gente busca esta clase de victoria y fuerza a diario. Ellos la buscan en todas partes excepto dónde realmente pueden encontrarla – En la PALABRA de Dios, teniendo comunión con Jesús y el Padre. Dios también se revela a Sí mismo por medio de los dones del espíritu. ¿Acaso no dijo Jesús que el Espíritu nos revelaría al Padre? Por tanto, eso significa que cuando el Espíritu se manifiesta a sí mismo, el Padre es revelado.
Un médico amigo mío intervino quirúrgicamente a un joven que tenía un tumor en el tronco cerebral. Llegó al quirófano con una actitud de oración, y oró en lenguas durante toda la cirugía. Cuando comenzaba a hacer la incisión para extraer el tumor, escuchó la voz de Dios. El SEÑOR le dijo: Espera, no lo hagas. Estás cortando en el lugar equivocado.
¡Justo en medio de una sala de operaciones se manifestó una palabra de sabiduría! ¡El Padre se reveló a Sí mismo! Y le dijo al médico exactamente a dónde debía mover su bisturí para hacer la incisión en el lugar correcto. Más tarde, el médico dijo que si hubiera hecho la incisión donde había comenzado, el joven habría muerto.
Esa palabra de sabiduría hizo que la cirugía fuera un éxito. Y eso trajo gran gozo al joven y a sus padres. El Padre revelándose a sí mismo a través de ese don del Espíritu hizo la diferencia entre la vida y la muerte. Y el resultado fue gozo. ¡Aleluya!
¿Cómo libero el gozo? Si éste ya se encuentra en mi espíritu, y la PALABRA lo alimenta y lo fortalece, entonces debe ser liberado. ¿Cómo? Una forma es a través de la alabanza. Dios habita en las alabanzas de Su pueblo. Salmos 16:11, nos dice: «…En tu presencia hay plenitud de gozo…». En Salmos 42:4, leemos: «…Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta». El gozo se libera con la voz. Como la fe, el gozo se desata con palabras. Las palabras de gozo de Dios, una vez declaradas con nuestra boca, agitan y liberan Su gozo desde nuestro interior, trayendo la fuerza que debemos tener de parte del Espíritu de Dios.
En Jeremías 31:13, se nos indica: «Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor». El gozo se libera cuando danzamos ante el Señor en alabanza y adoración. El gozo también se activa en la oración. El apóstol Pablo afirmó en Filipenses 1:4 que hacía múltiples oraciones con gozo. Cuando encontramos la respuesta en la PALABRA de Dios referente al tema por el cuál estamos orando, y luego meditamos hasta que esos versículos penetran en nuestro corazón y en nuestra mente, el gozo del SEÑOR comienza a agitarse en nuestro interior. A medida que es agitado, lo liberamos en oración y súplica juntamente con la fe. Luego viene la acción de gracias y alabanza, luego los gritos de júbilo; y por último, la danza de gozo. Asi, la fortaleza esta siendo aplicada en múltiples direcciones para resolver varios problemas a la vez. Con razón Satanás huye de la presencia de Dios.
Por consiguiente, el gozo no sólo es una gran bendición, sino también un arma de tremenda fortaleza. Sin embargo, al igual que todas las armas de nuestro arsenal, éste debe ser usado como un acto de Fe en la PALABRA de Jesús y no basados en cómo nos sentimos en ese momento. Él dijo que Su gozo era nuestro, y ¡yo le creo! El gozo es un fruto que nace de nuestro interior. ¡Yo lo creo! ¡Es mío! Por tanto, voy a alabar a Dios ya sea que tenga o no ganas de hacerlo —con expectativa plena de que el gozo hará su obra—. Pongamos a trabajar esta fuerza poderosa en nuestra vida, y recibamos fuerzas no sólo para nosotros; sino también para otros.
¡Regocíjate! Y una vez más te digo, ¡regocíjate!
Texto extraído de: Revista LVVC – Edición marzo 2014, página 22