«y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.»
(Colosenses 2:19)
Todos nosotros, los que hace algunos años fuimos salvos, hemos intentado crecer en el SEÑOR; y en ocasiones, nos hemos estancado. Hemos descubierto que sin importar qué hagamos, pareciera que ya crecimos todo lo que podíamos crecer. Y nos preguntamos: “¿Por qué no puedo superar este obstáculo en mi vida? ¿Por qué no logro ir a otro nivel de prosperidad o de salud divina? Sé lo que se nos enseña en la Biblia, pero no veo que se cumpla a plenitud en mi vida”.
En una ocasión, mientras me hacía esas preguntas, el SEÑOR me recordó Efesios 4:15-16. En ese pasaje se nos enseña que, como creyentes, crecemos a la imagen de Jesús, mientras todo el Cuerpo de Cristo se ajusta y se une por las coyunturas que cada uno suple. Y a medida de que cada uno realiza su parte, el crecimiento viene debido a que nos edificamos unos a otros en amor.
Eso significa, que nuestra madurez espiritual no sólo se origina quedándonos en casa a leer la Biblia y a escuchar enseñanzas (por muy útil e importante que sea). Tampoco de sentarnos a orar horas en lenguas (aunque sea muy edificante). La plenitud de nuestro crecimiento y desarrollo en Jesús, proviene de nuestra comunión unos con otros.
Algo poderoso y sobrenatural sucede cuando los creyentes se reúnen, lo cual no sucede cuando están solos. Por esa razón, prefiero predicar en lugares llenos de personas que en estudio de televisión con algunas cuantas personas y una cámara. He descubierto que el hambre que tienen otros creyentes por la PALABRA de Dios, hace que muchas cosas surjan de mi espíritu. Cuando le predico a esa clase de personas, su actitud hace que surja tal revelación en mí, de modo que cuando les predico yo aprendo tanto como ellos.
Por otro lado, he recibido revelaciones de otros ministros. Por ejemplo, he invertido todo un día tratando de comprender una profecía de los últimos tiempos, y termino tan confundido como cuando empiezo. Sin embargo, he escuchado a hombres como Hilton Sutton, a quien Dios le ha revelado ese tipo de cosas, y puedo comprenderlas de manera fácil. Y me pregunto: ¿Por qué no me di cuenta antes?
Y se debe a que no fui diseñado para descubrirlas, sin la ayuda del hermano Sutton. No tengo todo el equipo espiritual para crecer por mí mismo, ni usted tampoco. Por esa razón, necesitamos los unos de los otros.
Mientras más amo y mientras más recurro a la provisión que Dios ha depositado en usted… mientras más usted me ame, y recurra a la provisión que Dios ha depositado en mí… seremos más como Jesús. Entre más nos unamos en amor, más rápido creceremos ¡en todas las cosas en Él!