«Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.»
(1 Pedro 3:10-12)
Como creyentes, debemos vivir en amor simplemente porque Dios nos lo ha ordenado. Deberíamos hacerlo porque queremos ser de bendición para Él, y para Sus hijos. Sin embargo, la realidad es que si no amamos para agradar al SEÑOR, entonces deberíamos hacerlo por nuestro propio bien; pues cuando vivimos en amor, disfrutamos más de la vida, que cuando no lo hacemos. Vivimos más felices y tenemos mejores días viviendo en amor.
Según un escritor cristiano, a eso se le llama: “Un nuevo tipo de egoísmo”; a querer brindar nuestro amor a otros, con el fin de engrandecer nuestra alegría y nuestro bienestar.
Medite en la vida cotidiana por un momento, y descubrirá rápidamente la razón. Por ejemplo, cuando usted se encuentra en la fila del supermercado y el cajero es lento, si usted escoge irritarse y ser impaciente; en lugar de permanecer en amor y ser amable, no será feliz. Al contrario, se sentirá más ansioso cada minuto que pase. Todas sus quejas y furia no cambiarán la situación para nada. Tener esos sentimientos no hará que el cajero sea más rápido. (¡Y lo sé porque lo he intentado!). Esa actitud no hará que usted salga ni siquiera un segundo antes del supermercado. Sólo le robará la paz y el gozo mientras se encuentre ahí.
Entonces, incluso desde una perspectiva egoísta, ¿qué es mejor? Dejar por un lado su felicidad y entrar en contienda con un empleado de supermercado que incluso ni conoce (y quien probablemente está haciendo su mejor esfuerzo)… o relajarse, y dejar que el amor gobierne su corazón. Se sentirá mejor cuando salga de esa tienda sabiendo que le chasqueó los dedos al empleado, y le hizo saber lo que piensa… o que en lugar de eso eligió sonreír y darle una palabra de ánimo.
La respuesta es obvia. Nadie se siente BENDECIDO cuando deja de vivir en amor. Usted jamás dirá: “Escuchen, tuve un gran día hoy. Perdí el control y dije palabras obscenas, y a causa de eso me siento muy feliz en mi interior”. No, ese sería un mal día. ¡Sería un desastre! Una vez que usted permita que la ira y la contienda se apoderen de su vida, dará como resultado que una nube oscura se pose sobre todas las cosas que usted realice. Cuando usted se vaya a la cama esa noche para descansar, probablemente estaría molesto con todos. Y se quejaría del terrible día que tuvo.
Si en realidad quiere disfrutar la vida, y ver buenos días la única manera de lograrlo es viviendo en amor. El amor no sólo agrada a Dios y lleva LA BENDICIÓN a otros, sino también lo hará feliz. Seguramente, es el mejor tipo de egoísmo que existe.