«…poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo… tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.»
(2 Pedro 1:5-8,10)
El fruto del Espíritu es tan vital y poderoso que si yo tuviera que escoger entre el fruto y los dones (lo cual, gracias a Dios no tengo que hacer); yo en lo personal, escogería el fruto. ¿Por qué? Porque aunque se manifiesten los dones espirituales de manera espectacular, existe la posibilidad de perder el rumbo y que usted se convierta en un fracasado espiritual.
En cambio, si el fruto del Espíritu fluye en su vida, usted puede estar seguro ¡que nunca fracasará!
Esto puede sonar exagerado; sin embargo, es cierto. Lo sé porque se nos promete en 2 Pedro 1. No obstante, todos debemos saber que vivir de acuerdo con nuestra nueva naturaleza no es como una placentera caminata por el parque, ya que incluye una lucha constante. En Gálatas 5:17, leemos que los deseos de la carne se oponen a los deseos del Espíritu. Entonces cuando decidimos obedecer los anhelos e indicaciones de nuestro espíritu nacido de nuevo, nuestra carne todavía quiere controlar nuestra vida.
La manera de ganar esa batalla se encuentra en Gálatas 5:16; allí se nos enseña que debemos andar y vivir en el Espíritu de una manera constante. En Hebreos 5:14, se nos revela que por la práctica se entrena nuestra carne.
Algunas veces cuando les explico a las personas que vivir en el Espíritu es el secreto para poder obtener el fruto en su vida, piensan que les estoy diciendo que realicen algo misterioso y difícil; pero en realidad es algo muy sencillo. Se logra simplemente al poner en primer lugar a Dios en su vida; así también al mantener una comunión con Él, mediante Su Palabra y mediante la oración al rendirse en obediencia a Él en todo.
Al usted rendirse al fruto del Espíritu que se encuentra en su interior, algo sucede en su carácter. Éste es transformado, usted mismo es transformado. Usted comienza a desarrollar lo que llamo: su temperamento sobrenatural innato. Es el temperamento de su carácter con el cual fue creado. Es el que Dios siempre deseó que usted tuviera… no el carácter que usted ha desarrollado desde que vino al mundo.
Sin embargo, éste no vendrá de una manera automática. Tendrá que invertir tiempo en la Palabra y en oración; será necesario que decida rendirse al amor, al gozo y a la paz, y a todo lo que conforma el fruto del Espíritu. Y al hacerlo, le dará lugar a lo mejor que hay en usted. ¡Su temperamento sobrenatural innato!