«Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios…»
(Judas 19-21)
En la Biblia se nos enseña con claridad cuán seguros estamos en el amor de Dios. En ésta se afirma que el amor es tan fuerte que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni ninguna cosa presente o por venir; ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos de su amor (Romanos 8:38-39).
Ésa es una declaración poderosa. Nada, absolutamente nada podrá separarlo a usted de Su amor.
Dios jamás dejará de amarlo. El diablo nunca podrá impedir que el amor de Dios lo alcance. Sin embargo, usted sí puede separarse de ese amor —y muchos creyentes lo hacen—.
¿Cómo? Al mantener conductas sensuales y carnales. La mayoría de las personas asocian la sensualidad con pecados morales muy graves. Pero en realidad, ser sensual, en su concepto más básico, significa actuar o ser guiado por los instintos naturales y carnales más que por la PALABRA, y el Espíritu de Dios. Cuando comenzamos a permitirle a nuestros sentidos, o a nuestra carne, que gobiernen nuestro comportamiento; siempre estaremos en pecado. Además, nos exponemos al engaño; pues estamos fundamentando nuestra vida en el mundo natural que nos rodea. Satanás, quien es el dios de este mundo, puede ejercer con facilidad sus artimañas sobre nosotros allí.
Cuando permitimos que nuestra comunión con Dios decaiga, y no fortalecemos nuestra vida espiritual invirtiendo tiempo en la PALABRA y en oración; a menudo comenzamos a creer que algunos pensamientos provienen de Dios, cuando en realidad se originaron en nuestra mente carnal. He visto personas fundamentando su ministerio en errores como ése. Luego se paran en el púlpito, y declaran: “Después de sufrir mi infarto y de estar en un hospital, Dios me dijo que Él me había enviado ese infarto, a fin de que disminuyera mi ritmo de vida, y para enseñarme algo”.
¡Dios no le envía infartos a Su pueblo! Sin embargo, cuando nos sumergimos en pensamientos sensuales y carnales; podemos ser engañados, y creer que sí los envía. Y cuando comenzamos a pensar de esa manera, podemos separarnos del amor de Dios. Y al final, terminaremos desconectándonos de Su BENDICIÓN y de Su poder, al ser guiados por nuestros propios pensamientos, los cuales son naturales e impuros; y no por Su Espíritu y Su Palabra, la cual edifica nuestra fe.
No permita que eso le suceda. Permanezca firme en el amor de Dios. Manténgase conectado a Su Espíritu y a Su verdad, orando en el Espíritu Santo y habitando en Su PALABRA. Sea espiritual, no sensual; sólo así, permanecerá conectado al amor de Dios. Y nadie podrá robarle LA BENDICIÓN.