«Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón…»
(1 Corintios 5:11)
Sinceramente, me conmociona ver cómo viven algunos cristianos. Me molesta mucho cuando los veo ir a la iglesia los domingos, pero después viven como el mundo el resto de la semana. Kenneth y yo no fuimos instruidos espiritualmente de esa manera. Nuestros padres espirituales no nos enseñaron esa forma de vida, ellos vivían lo que predicaban. La gente con la que convivimos se comporta igual todo el tiempo. Cuando salimos en motocicleta, tal vez luzcamos como el mundo, pues utilizamos cascos y ropa de piel; sin embargo, alabamos a Dios, confesamos palabras de fe y vivimos en amor, tal como actuamos en una conferencia.
Si sus amigos no son así, definitivamente, necesita buscar nuevos amigos. Si ellos son mundanos, es importante que se aparte, ya que lo bajarán al nivel de ellos.
Es bueno buscar a los pecadores y presentarles el evangelio. Sin embargo, las Escrituras declaran que no debemos tener amistad con ellos; pues comenzarán a influir en usted la manera profana en que piensan. En poco tiempo, usted comenzará a hablar como ellos y a ver los programas de televisión y las películas que ellos miran. Y luego, actuará igual a ellos.
¡Hemos sido apartados para el uso sagrado de Dios! No debemos mirar comedias de televisión que convierten la inmoralidad en algo sin importancia. Estos programas llevan la intención de insensibilizar a la gente con respecto al pecado; la industria del entretenimiento es el medio que Satanás emplea para mostrar sus mejores engaños.
Soy consciente de que algunas personas se opondrán a esto. No obstante, la Biblia nos advierte que no debemos ser como el pueblo de Israel que se deleitó en la vida de pecado que el mundo llevaba (1 Corintios 10).
No juegue con su vida como la gente del mundo, esto le traerá problemas (pues el mundo ya se encuentra en problemas). Es posible que comience a pequeña escala; por ejemplo, dándose el gusto de beberse, de vez en cuando, una copita de vino después de la cena. Entonces usted se convertirá en una persona que sólo es “santa de vez en cuando”.
Usted podría argumentar: “Bueno, Gloria, no creo eso me lleve a hacer algo peor”.
Es probable que no; sin embargo, debe admitir que actuar de esa manera, deja una puerta abierta; es más, arriesgarnos por algo tan insensato como una bebida alcohólica, es necedad. ¿Por qué querríamos algo así en nuestra vida cuando podemos vivir en la gloria de Dios?
Si usted piensa que estoy siendo legalista; analícelo de nuevo, en referencia a la santidad, no existe nada de legalismo. De hecho, bajo la Ley, la santidad es completamente inalcanzable. ¿Por qué? Porque la santidad no llega simplemente por cumplir reglas o leyes externas, ¡la santidad es el resultado de la obra que realiza la gracia de Dios en nuestros corazones! Ésta se manifiesta en nuestra vida cuando exteriorizamos lo que por gracia Dios ha puesto en nuestro interior.
No sea una persona santa sólo de vez en cuando, sea un hacedor de la Palabra. Viva en santidad.