«Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.»
(2 Corintios 10:5)
No importa en lo absoluto a qué se enfrente hoy. ¡Ningún problema es demasiado grande cuando usted cuenta con la unción! Aférrese a ella permaneciendo a la expectativa de que algo bueno sucederá en su vida. Apodérese de la esperanza establecida en las promesas de Dios.
No sea ajeno a esas promesas, sino escudríñelas y averigüe qué declaró Dios acerca de su circunstancia. Después confiese: ¡Estoy a la expectativa de recibirlas porque Dios lo aseguró!
Piense en esas promesas y medite en ellas. Permítales crear una imagen en su interior hasta que pueda verse sano, bendecido y prosperado en todas las áreas de su vida.
Si se apega a esas instrucciones, al final su imagen interna será más grande que la externa. Su esperanza crecerá de una manera tan poderosa que ni el mismo diablo podrá quitársela.
Cuando enfrentamos en este mundo situaciones que parecen imposibles de resolver, debemos recordar que, como un derecho del pacto, contamos con Jesús, el poder de Su Palabra y su unción.
Algunos dirían: “Eso suena muy fácil”. ¡No, no lo es! Cuando el diablo trata de enrollarle la soga de desesperación en el cuello (con pobreza, enfermedad o alguna otra situación difícil), debe pelar con fuerza. Y lo logra, aferrándose a la esperanza en la Palabra y usándola para derribar cualquier pensamiento que se levante en contra de ésta.
«Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo».
El campo de batalla, donde se gana o se pierde la esperanza, está en la mente; no en las calles. Es en la imaginación donde la esperanza comienza a formarse. Por tanto, tome su lugar en esa batalla, manténgase a la expectativa de que la unción destruya los yugos en su vida, y que Dios mantenga las promesas de Su pacto para usted.
Luche por esa esperanza en el nombre de Jesús. Tómela, llénela con fe y derribe las puertas del infierno; éstas no prevalecerán en su contra.