«Alabanza y magnificencia delante de él [Dios]; poder y alegría en su morada.»
(1 Crónicas 16:27)
Por todas partes podemos ver las señales de los últimos días. Es tiempo del derramamiento de la gloria de Dios. Tanto en el ámbito natural como en el espiritual se puede sentir cómo las pulsaciones de éste se aceleran cada vez más.
Diferentes cosas están sucediendo. Las profecías se están cumpliendo. Somos testigos de eventos que los profetas deseaban presenciar. Debemos elevar nuestras antenas espirituales. Es necesario que nos despertemos y estemos a la expectativa de ¡la gloria de Dios!
Cuando digo: permanecer a la expectativa de la gloria; la mayoría de creyentes asienten con la cabeza y responden: “Así es hermano Copeland, amén”. Sin embargo, no tienen la más mínima idea de qué en realidad estoy hablando.
Para ellos la gloria de Dios es un término impreciso y religioso, o alguna clase de emoción espiritual que les eriza la piel de vez en cuando.
Preste atención, la gloria de Dios no es sólo eso; es mucho más grande y poderosa. Y antes de poder estar a la expectativa es importante que sepamos qué es.
En 1 Crónicas leemos que en la presencia de Dios encontramos honor y gloria. No obstante, la definición del término gloria en nuestro idioma es deficiente. Éste significa: esplendor, pero también: vanagloria y orgullo. Y estas descripciones no tienen ninguna relación con la gloria de Dios.
La palabra hebrea gloria significa: “deseo, adorno, honor, belleza, majestad, limpieza, pureza, hermosura, singularidad, excelso en poder”. Entonces al declarar que Dios es glorioso está diciendo que Él es excelso en poder, Él es excelso en todas las cosas buenas. Excelso en prosperidad, sanidad, liberación, salvación. ¡Aleluya! Si usted desea ser liberado de cualquier cosa, Dios tiene suficiente poder para lograrlo.
Entonces nos estamos refiriendo a vivir en la excelsa bondad, deseo, adorno, honor, belleza, majestad, limpieza, pureza, belleza y singularidad de Dios. Cuando usted vive en la gloria, literalmente ¡habita en Él mismo!
Por supuesto, ese poder atravesará el reino natural cada vez más, y a causa de ello verá manifestaciones físicas de la presencia de Dios. Sólo manténgase en la gracia por fe con la expectativa de ver la gloria de Dios. Y quién sabe, quizá hasta se le ponga la piel de gallina.