«Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos
de sus discípulos, y una gran multitud. Cuando llegó cerca de la puerta de la
ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre,
la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Y cuando el Señor
la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y
los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se
incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre»
(Lucas 7:11-15).
La compasión del Dios todopoderoso es la fuerza más poderosa del Universo. Literalmente es más fuerte que la muerte. La compasión se compara al mismo poder de resurrección de Dios y responde al clamor del corazón de una persona. La compasión ignora el hecho de que esa persona no tenga fe para recibir LA BENDICIÓN.
La compasión hizo que Jesús navegara en medio de una tormenta y llegara a un cementerio, donde un hombre endemoniado gritaba, y se cortaba a sí mismo con piedras. La compasión lo invistió de poder para liberar a ese hombre, aún cuando éste no era capaz de pedir su propia liberación.
La compasión motivó a Jesús a rescatar de las manos de sus acusadores, a una mujer sorprendida en adulterio, y a permanecer a su lado hasta que sólo quedaron ellos dos. Por compasión, Él la perdonó aun cuando ella esperaba que la condenara. La compasión la libró, incluso cuando esperaba ser apedreada hasta morir.
Cuando la viuda de Naín estaba llorando detrás del ataúd de su único hijo, la compasión produjo que Jesús se acercara, resucitara al joven y se lo devolviera a su madre. Ella no estaba pidiéndole ayuda a Dios, es probable que ni siquiera supiera que Él podía ayudarla. Sin embargo, Jesús no pudo resistirse a ignorar esa situación. El llanto de esa madre tocó Su corazón, su dolor lo impactó tanto que Él irrumpió en ese funeral, sin ser invitado, y lo detuvo. Resucitó al joven, tomó a su madre del brazo, y le expresó: “No llores más”.
Ahora que el mundo más la necesita, ¿dónde está esa clase de compasión? Sigue aquí. Se encuentra en usted y en mí, y en todo creyente sobre la faz de la Tierra.
En 1 juan 4:17, leemos que así como Jesús es, somos nosotros en este mundo. Atrevámonos a creerlo y permitamos que Su compasión obre de nuevo a través de nosotros.