«Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.»
(Efesios 5:15-16)
Uno de los más grandes beneficios de vivir regidos por el amor, es que éste nos ayuda a mantener nuestras prioridades en orden. Siempre y cuando estemos perdidamente enamorados de Jesús, jamás perderemos de vista el hecho de que Su Segunda Venida está próxima. Vivamos cada día con gran expectativa de Su venida.
Amar a Dios y a las personas de este mundo, por quienes derramó Su sangre, debería motivarnos a vivir; a fin de ganar para Él, la mayor cantidad de almas que podamos. Nuestra prioridad No. 1 es ayudar al SEÑOR a llenar el barco de la salvación, antes de que zarpe.
La política, el sistema financiero y la educación no son lo más importante.
Cada cosa tiene su lugar, sin embargo, cuando nuestros corazones están llenos del amor de Dios, nada es más importante que obedecerle a Él. Debemos estar atentos y ser prontos para seguir Sus instrucciones, pues sabemos que ser diligentes en cuanto a lo que Jesús nos pide que seamos y hagamos, nos dará como resultado la máxima cosecha de preciosas almas, antes que suceda la Gran Tribulación sobre la Tierra.
Al ser obedientes en nuestra vida cotidiana, le damos al Espíritu de Dios la oportunidad de presentarle a Jesús a las personas; incluso cuando usted y yo no nos demos cuenta. Cuando permitimos que el amor, el gozo, la paz, la fe y todas las manifestaciones del fruto del Espíritu Santo gobiernen nuestra vida, afectaremos la vida de las personas que conocemos. Ya sea que Dios nos guíe de manera directa, a realizar o a confesar algo, o no. Nuestras sonrisas y amabilidad en medio de una situación difícil pueden preparar a una persona, a fin de que alguien lo gane para Jesús.
Ése es el amor de Dios que debe fluir a través de cada creyente que se encuentra en las calles, para que pueda ministrar de uno en uno a los perdidos; a fin de ganar la mayor cantidad de personas en estos últimos días. ¡Gracias a Dios por los evangelistas, los pastores y los maestros que ministran a tiempo completo! Son personas maravillosas, sin embargo, en la Biblia se nos enseña que su trabajo es edificar a los santos para la obra del ministerio. Pues al final, Jesús, a través de los miembros de Su Cuerpo, será quién levanté ¡la más grande cosecha de estos últimos tiempos!
Para lograr realizar esas tareas, tenemos que ordenar nuestras prioridades. Debemos mantener nuestros ojos enfocados en Jesús, nuestros oídos atentos a Su voz y nuestros corazones llenos de Su amor.
Si lo hacemos, aprovecharemos estos últimos días y cada oportunidad para ganar almas para Cristo. Y en Su Segunda Venida, lo escucharemos decir: «¡Bien hecho, buen siervo y fiel!».