«Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor.»
(Salmos 5:11-12)
La Biblia usa diferentes palabras para describir el amor de Dios tiene hacia nosotros, y una de las más maravillosas es: favor. Favorecer a alguien significa: “disfrutar y deleitarse juntamente con la persona, disfrutar en hacerle bien, tener preferencia por alguien por encima de los demás”.
¿Sabía que como hijo de Dios, usted es uno de Sus favoritos? Él no sólo lo acepta o lo tolera, también se complace y se deleita en usted, disfruta hacer cosas buenas por usted; lo prefiere más que a los animales o cualquier otra cosa en el universo que Él creo. Imagínese esto: ¡lo prefiere más que a sus ángeles! (Hebreos 2:16).
Dios no lo favorece sólo de vez en cuando, o en algunos lugares. Si mantiene su comunión con Él, Sus favores lo rodearán todo el tiempo… en todos los lugares a donde vaya… las 24 horas del día.
Levántese por las mañanas pensando en ese favor, no con temor hablando de cosas malas que puedan sucederle. Cultive el hábito de decir cosas como: “A donde yo vaya, el SEÑOR me favorecerá, cosas buenas me sucederán y la BENDICIÓN me alcanzará; pues ¡soy uno de los favoritos de Dios!”.
Mientras más lo confiese, más lo creerá; y mientras más crea, más podrá recibir del amor de Dios.
Aunque al principio le parezca difícil ¡continúe declarándolo! Confiese cuánto Dios lo ama y lo favorece, hable con el SEÑOR acerca de ese favor (¡a Él le bendice que usted reciba Su amor!). Cuando el diablo quiera persuadirlo y le diga que Dios no se interesa en usted o que no hará nada bueno por su vida, que Dios no lo sanará y que no suplirá sus necesidades, que Dios ni nadie más lo ama; dígale al diablo que Dios lo ama y lo favorece.
En algunas ocasiones, podría parecer que el diablo tiene razón, debido a las circunstancias que usted está atravesando. Pero ¡no se ponga de acuerdo con él! Ciérrele la boca y póngalo en su lugar, declarando la PALABRA: “Escucha diablo, estás celoso porque yo soy uno de los favoritos de Dios; y ¡tú no! ¡Estás enojado porque Dios se complace en BENDECIRME y prosperarme!”.
Después grite y regocíjese tal como la Biblia enseña. Y verá como el diablo huirá, y luego ¡podrá ver la realidad de la gracia de Dios que lo rodea!