«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas
de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó»
(Romanos 8:35-37)
Habrá ocasiones en las que pensara que si usted vive en amor, los demás se aprovecharán de usted. Le parecerá que amar a quienes lo odian y lo maltratan lo convertirá en víctima. Sin embargo, vivir conforme al amor de Dios jamás lo convertirá en víctima. Al contrario, le dará la victoria en todas las oportunidades que tenga para vivir en amor.
Uno de los mejores ejemplos de la actualidad que he visto de una persona que vive en el poder del amor, es el de mi buen amigo Johnny Johnson. Un hombre de color que creció en medio del prejuicio racial en las profundas áreas del Sur. Su padre le enseñó, siendo tan sólo un niño, a ser misericordioso con los niños que lo maltrataban. “Johnny, sus cerebros se sobrecalientan bajo la luz del sol, debido a su piel blanca —le decía su padre—. Ellos no tienen una piel negra que los proteja como tú la tienes, por tanto, debes ser amable con ellos y ayudarlos”.
Johnny creyó las palabras de su padre, y trató a sus perseguidores con tanta bondad que los convencía de su error; y él se convirtió en uno de los más populares niños de su escuela. Cuando comprendió que las palabras de su padre no eran ciertas, él ya había aprendido el trasfondo de la lección: El amor vence a la hostilidad, y supera a la derrota.
Cuando Johnny Johnson se enlistó en la infantería de la Marina de los Estados Unidos, ese entendimiento le dió a un éxito sin precedente… y una vez que lo consiguió, le concedió gracia. Él relata que en una ocasión, después de convertirse en Secretario de la Marina; un almirante blanco no lo reconoció aún después de que Johnny se presentara por su nombre. El almirante, simplemente no podía creer que un hombre de color pudiera ostentar ese rango.
En lugar de ofenderse y hacer miserable la vida de ese hombre (lo cual pudo hacer con facilidad), Johnny ignoró el incidente y lo trató con tal respecto y amor, que pocos días después, ese almirante se arrodilló frente a él para pedirle perdón. Claro, Johnny lo perdonó y, en ese momento, el almirante aceptó al SEÑOR.
Algunas personas asegurarían que,haber permitido que un hombre blanco, de rango inferior, lo tratará de forma tan despectiva era señal de debilidad. Otros asegurarían que ese hecho convirtió a Johnny en víctima del racismo. Pero al final, no fue víctima de ningún perjuicio, pues él vivía en amor. Obtuvo la victoria, y con amor venció el demonio del racismo. Mientras que los demás consideraron a Johnny como una oveja de matadero, él siguió los pasos de su Maestro, y se convirtió en un cordero de amor victorioso.