«Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial.»
(Hechos 26:15-19)
En este pasaje bíblico, en el cual el apóstol Pablo le describe su conversión al rey Agripa, observamos la más sorprendente revelación. Dios tiene un sueño para la humanidad. Dios tiene una visión celestial que sólo pueden realizar personas, como usted y como yo, ¿Cuál es esa visión?
El Señor le describió esa visión a Pablo en tres partes: Primero, que nuestros ojos espirituales sean abiertos. Segundo, que seamos trasladados de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás hacia el poderío de Dios. Tercero, que recibamos nuestra herencia divina.
Muchos cristianos han cumplido la primera y la segunda parte de esa visión. Ellos ya nacieron de nuevo y llevan una vida santa. Sin embargo, no se han apoderado de la plenitud de su herencia en Dios. No han recibido LA BENDICIÓN y el poder para disfrutar una vida sobrenatural, aquí en la Tierra; a fin de darle testimonio al mundo del amor y de la gracia de Dios.
Ésa es la herencia que está reservada para nosotros en Jesús. La cual incluye toda la provisión necesaria para que seamos plenos en cada área de nuestra vida —en espíritu, alma y cuerpo—. Esa herencia nos da el poder para ser llenos de toda la plenitud de Dios.
Nuestro Padre no estará plenamente complacido hasta que recibamos esa herencia. Por tanto, ¡levantémonos en fe y tomémosla! Pero no lo hagamos para ser superhéroes espirituales ni sólo porque deseemos disfrutar una vida plena y maravillosa. Llevémoslo a cabo porque nuestro anhelo sea ver el cumplimiento de la visión celestial de Dios.
Cambiemos hoy las razones por las cuales deseamos recibir de Dios. Dejemos de tratar de recibir nuestra sanidad y nuestra liberación sólo porque estamos heridos y con gran necesidad. No tratemos de cumplir nuestro destino eterno, a fin de sentirnos felices y satisfechos con nuestra vida. Hagámoslo para agradar a nuestro Padre celestial y para ayudar a Jesús a cumplir Su visión.
Cuando el diablo trate de robarnos nuestra herencia celestial, expresemos: Te resisto Satanás, en el nombre de Jesús. Huye de mí, pues soy coheredero con Jesús. ¡Quita tus manos de mi vida, ahora!
Levántese en amor por el Padre, y haga realidad el sueño de Su Padre.