«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad…»
(Jeremías 29:11-14)
El libro de Jeremías nos muestra un maravilloso ejemplo de cuán paciente es en realidad el amor de Dios. En los tiempos de Jeremías, los Israelitas eran totalmente rebeldes con el SEÑOR, lo rechazaron, hablaron mal de Él; y aun así les dio tiempo para que se arrepintieran. Les envió un profeta quien les advirtió de día y de noche que regresaran a los caminos del Señor, antes de que sus enemigos los tomaran cautivos. Por hacer caso omiso a esta advertencia, les ocurrió una gran calamidad, y Babilonia esclavizó al pueblo de Israel.
Aun así, Dios no se dio por vencido con ellos. Mientras ellos fueron llevados en cautiverio, Dios ya tenía en marcha un plan para reunirlos de nuevo en su tierra, y traerlos una vez más al lugar de Su BENDICIÓN prometida.
¡Piense en todo lo que Dios pasó con esa gente desobediente! Le dieron la espalda por 40 años, habían rechazado al Dios que ama y que solamente deseaba el bien para ellos. Cualquier ser humano se hubiera dado por vencido con gente así. Cualquiera de nosotros habría dicho: “Está bien, vayan y perezcan en cautividad. Sólo están recibiendo lo que se merecen”.
Pero la misericordia de Dios es nueva cada mañana. El Señor todavía les deseaba el bien, quería que fueran libres, y anhelaba derramar de Su amor sobre ellos. Aunque Israel había entrado en cautividad por su propia culpa, en lugar de condenarlos por eso, Dios de inmediato les dio esperanza para su futuro. Él prometió revertir su cautividad, y revelarles una abundancia de paz (Jeremías 33:6, AMP). La palabra hebrea shalom que se traduce como paz también significa: “Prosperidad”; es decir, todo lo que le dé a las personas una mejor calidad de vida”. ¿No es eso maravilloso? Dios no les dijo con enojo que los perdonaría, y les daría justo lo que necesitaban para vivir. No al contrario, les dijo que en los días venideros, Él les daría en abundancia todo lo que necesitaran, a fin de que tuvieran una mejor calidad de vida.
Si en algún momento, se siente tentado a pensar que ha hecho las cosas tan mal que ya no hay esperanza para su vida, recuerde lo que Dios hizo por los israelitas. Así como también tenía un plan para ellos, Él tiene un plan para usted. Quizá le lleve un tiempo descubrirlo, pero si usted confía en Él, Dios puede revertir su cautividad y brindarle ¡un futuro maravilloso!