«¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: “Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”? ¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?»
(Hebreos 1:13-14, NVI)
Algo maravilloso que Dios en su gran amor nos ha provisto, son las huestes angelicales que ha designado para nuestro servicio. Quizá nunca podamos verlos con nuestros ojos naturales, sin embargo, de acuerdo con la Biblia, sabemos que cuando vivimos en fe y en amor; ellos siempre estarán con nosotros velando porque se cumplan los mandamientos de Dios en nuestra vida. En Salmos 34:7, leemos: «El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen» .
Analícelo, su Padre lo ama y lo aprecia tanto que lo ha rodeado con un ejército invisible de seres celestiales; a fin de que lo acompañen todo el tiempo. Ellos trabajan de continuo para protegerlo, para traerle favor, y para velar por usted, mientras declara la PALABRA de Dios en fe; a fin de que todo enemigo que se levante en su contra fracase. El trabajo de los ángeles es ayudar a que LA BENDICIÓN se cumpla en su vida. Ya sea que se dé cuenta o no, como hijo de Dios ¡no irá a ningún lado sin un escolta celestial!
Cuando enfrente un peligro o un problema, debe permanecer tranquilo como el profeta Eliseo, cuando lo rodearon los ejércitos del enemigo (2 Reyes 6). Su siervo entró en pánico, y exclamó: «¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?». Y Eliseo le respondió: «No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos» (versículos 15-16).
Eliseo oró para que el SEÑOR abriera los ojos de su siervo, a fin de que él pudiera ver esa situación en el ámbito espiritual: «Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo» (versículo 17). Esos ángeles no aparecieron de pronto cuando el siervo los miró. Ellos habían estado allí todo el tiempo. Seguían a Eliseo adondequiera que él iba, pues era un valioso siervo de Dios.
Por esa razón, Eliseo no tenía miedo. Sabía que los ejércitos de Dios estarían allí cuando los necesitara, pues Dios así lo había prometido. Eliseo vivía por fe en la PALABRA del SEÑOR.
Es posible que usted piense: ¡Sí, pero yo no soy Eliseo! No soy un gran profeta de la actualidad o un predicador. Sólo soy un creyente común y corriente.
Ante los ojos de Dios, no existen los creyentes comunes y corrientes. Jesús afirmó que la persona “más pequeña”, una persona nacida de nuevo por medio de la fe en Jesús, ante los ojos de Dios, es mayor que el más grande profeta que haya existido (Mateo 11:11). Eso quiere decir que usted y yo somos tan amados y preciosos como lo fue Eliseo. Por tanto, podemos descansar seguros de que Dios también nos rodea con Sus ángeles.