«…por lo cual no se avergüenza de llamarlos [a nosotros] hermanos.»
(Hebreos 2:11)
En algún momento de nuestra vida, todos luchamos contra los malos hábitos; y nos esforzamos por cambiarlos. Quizá alguno de estos intente regresar poco a poco a su vida; entonces deberá resistir al diablo en esa área. Usted puede enfrentarlo, use la Palabra de Dios y échelo fuera.
Mientras tanto, no sea susceptible al hostigamiento o a la condenación, ya sea física o espiritual: pues es peligroso.
No la acepte, ni permita que alguien más o usted mismo repitan cosas como: “Soy tan indigno, tan malo y tan inútil”. Esas palabras son contrarias a las Escrituras. Si Jesús entrara por la puerta y permaneciera entre nosotros los próximos 20 años, predicando cada minuto todos los días, jamás lo llamaría indigno; y lo puede comprobar al leer Hebreos 2.
Si Jesús no se avergonzó de usted, entonces usted ¡tampoco debe avergonzarse de sí mismo!
Por tanto, ya no se exprese de esa manera y comience a creer lo que afirma la Biblia. Crea que en Cristo Jesús usted es la obra maestra de Dios; y empiece a confesarlo. En lugar de recordar lo ruin que haya sido, póngase de acuerdo con la Palabra y proclame que usted es la justicia de Dios en Cristo Jesús (2 Corintios 5:21). Véase de esta forma y crea en su victoria; después de todo, Jesús ya venció por usted. Por tanto, ¡acepte esa victoria por fe!