«Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el
escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro»
(Filipenses 3:1).
¿Alguna vez ha notado que cuando el fruto del espíritu se describe en Gálatas, el amor encabeza la lista? Se debe a que el amor, es el fruto del cual todos los demás fluyen. Cuando el amor está presente, el gozo, la paz, la paciencia la benignidad, la bondad y la templanza, van detrás de éste. Cuando el amor está ausente, los demás también están ausentes.
Por esa razón, me he esforzado en prestarle mayor atención, no sólo a mi vida de amor, sino a mi nivel de gozo. Puesto que el gozo es el resultado inmediato de vivir en amor, he aprendido que cuando mi gozo comienza a menguar, es una señal segura de que en alguna parte, a lo largo del camino me aparté del amor y anduve en egoísmo.
Al principio, quizá no tengo idea de cuando sucedió. Simplemente noto que aunque haya comenzado mi día con gozo, de alguna manera un sentimiento de tristeza o molestia surge. Y me preguntó: ¿Qué sucede conmigo? ¿Hace un momento me sentía muy bien? ¿Qué ha robado mi gozo?
Y de forma inevitable, mientras hago memoria de todo mi día, recuerdo algo insignificante, pero molesto que alguien me dijo, lo cual causó que me ofendiera sin darme cuenta. Recuerdo alguna situación en la que alguien me ofendió y yo fallé en responderle en amor. Y me doy cuenta de que a partir de ese momento, mi día comenzó a declinar, y mi gozo, —de manera lenta, pero segura, comenzó a esfumarse—.
Una vez que me he percatado de lo que ha sucedido, hago lo que sea necesario para arreglar la situación. Me arrepiento por fallar en vivir en amor, perdono a la persona que fue poco amable conmigo; y le extiendo un sincero sentimiento de gracia a esa persona que me irritó. Me disculpo si de alguna u otra forma respondí sin amor, y luego, hago bien las cosas.
Después, a propósito agito de nuevo mi gozo. Si estoy conduciendo mi automóvil, escucho un CD de alabanzas y canto (ni siquiera puedo seguir una tonada, por tanto, lo hago sólo cuando nadie me acompaña. No sería agradable cantar ¡cuando hay personas a mi alrededor!). Si persisten los pensamientos de contienda u ofensa, simplemente los resisto. Veo la situación bajo el entendimiento de la PALABRA de Dios, y me digo a mí misma: ¡Eso no fue nada! Estoy llena de amor, por consiguiente, no seré susceptible o ni me inquietaré al respecto. ¡No permitiré que el diablo los utilice para robar mi gozo!
Si usted en serio desea llevar una vida de amor, le recomiendo que haga lo mismo. Cuídese a sí mismo, y cuando se vea abatido o deprimido, vea hacia atrás y dése cuenta qué hizo que se saliera del amor. Después regrese al camino, y agite su gozo de nuevo. Usted y las personas a su alrededor ¡estarán muy contentos de que lo haya hecho!