«…habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes…»
(Efesios 6:13-14)
A medida que ponga en práctica las instrucciones de la prescripción de Dios para su salud (Proverbios 4:20-24), no se desanime si no ve resultados inmediatos. Aunque en muchas ocasiones la sanidad se manifiesta de manera instantánea, también hay momentos en los que ocurre de forma gradual.
Por tanto, no permita que los persistentes síntomas lo hagan dudar. Después de todo, cuando usted visita al médico, no se restablece de inmediato. A veces los medicamentos que él le prescribe, toman un tiempo antes de surtir efecto. Sin embargo, no permite que la espera lo desaliente.
Cuando usted toma la medicina de Dios, en realidad le está dando “tratamiento” a su espíritu, el cual es la fuente de vida y salud sobrenatural para su cuerpo físico.
Entonces ponga esa misma confianza en la medicina de Dios. Dése cuenta que en el momento en que usted comienza a tomarla, se inicia el proceso de sanidad. Mantenga su expectativa alta y decida a permanecer firme en la Palabra, hasta que pueda ver y sentir por completo los efectos físicos del poder sanador de Dios.
Cuando el diablo le susurre palabras de duda e incredulidad y le insinúe que la Palabra no está obrando, rechace de inmediato esos pensamientos. Derríbelos (2 Corintios 10:5). Confiese en voz alta si es necesario: Diablo; te reprendo, ato la influencia que puedas tener en mi mente, no creeré tus mentiras. Luego, para que se escuche usted mismo, y por su propio beneficio, diga algo para confirmar su fe: Dios ha enviado Su Palabra para sanarme, ésta nunca falla; y comenzó a obrar en mi cuerpo desde el instante en que creí. Por eso, en lo que a mí respecta, los días de enfermedad han acabado. Yo declaro que Jesús se llevó mi enfermedad, mi debilidad y mi dolor; por tanto, soy libre para siempre.
«Luego, habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes». Permanezca así hasta que su sanidad se manifieste por completo (Efesios 6:13-14). Manténgase firme en su confesión. Recuerde que su confianza está puesta en la Palabra de Dios, en Su medicina…y no en sus síntomas.