«Así se hará, tal y como lo has dicho»
(Éxodo 8:10)
Antes me preocupaba la idea de tomar decisiones por Dios. Temía dar el paso de fe y decir que iba a hacer algo nuevo que Él me había mostrado. ¿Y si sale mal?, pensaba para mis adentros. Tenía tanto temor de fracasar que pasaba semanas sin tomar ninguna decisión. Por fin, un día entendí que no era mi poder el que lo haría de todas formas. Sin embargo, se necesitaba mi decisión para que Dios entrara en escena. Una vez que decidí hacerlo y con un compromiso total, ¡Dios me respaldó!
Lo que aprendí es una verdad de la Palabra de Dios que, si le prestas atención, revolucionará tu vida. Esta verdad conlleva una gran responsabilidad, pero es algo maravilloso de conocer.
Aquí está: Dios le otorgó a los hombres el derecho, el privilegio y el poder de decidir. Por ejemplo, tú tienes el derecho de decidir dónde pasarás la eternidad… y Dios respaldará tu decisión.
Dios puede hacer cualquier cosa por ti, menos decidir. Él ya nos dio el poder, nos dio Su nombre, nos proporcionó la Sangre de Jesús, nos concedió Su reino y nos ha hecho aptos para participar de la herencia de los santos en luz (Colosenses 1:12).
Pero no nos obligará a aceptar esa herencia. Tarde o temprano, tendremos que tomar la decisión de recibirla o rechazarla.
Ahora, la parte interesante es la siguiente: cuando tú tomas esa decisión, Dios te respaldará incondicionalmente con Su poder. Una vez que hayas tomado la decisión de nacer de nuevo, no hay demonio en el infierno que pueda impedírtelo. Lo único que debes hacer, es decidir.
Decídete ahora mismo. Declara tu decisión para que se haga conforme a tus palabras.
¿Está Dios llevándote por un rumbo diferente? ¿Está guiándote a dar un nuevo paso de fe en cuanto a la sanidad, la prosperidad o el ministerio? No dejes que el temor te lo impida.
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