Apreciado(a) Colaborador(a),
¿Recuerdas el antiguo refrán: “No acaba, hasta que se ha acabado”? ¡Nunca es demasiado tarde para creerle a Dios! La fe siempre vive en el ahora. Aunque hayas pasado toda tu vida cristiana y jamás hayas obedecido el llamado a predicar, NUNCA es demasiado tarde. No importa si tienes 70 u 80 años, o si estás en tu lecho de muerte. ¡Ríndete! Ese puede ser el momento de tu sanidad, lo cual es especialmente cierto en el área de las finanzas.
Justo antes de que el 2016 finalizara, parecía que terminaríamos el año entre $200.000 y $300.000 dólares de atraso en nuestras cuentas. Si solo hubiéramos dicho: “Bueno, el año se acabó, pero nos pondremos al día el próximo año”, hubiéramos comenzado este año atrasados y continuado todo el año de esa manera. El problema hubiera crecido y crecido, hasta que estuviéramos atrasados por una suma millonaria. Esa es la manera en la que un problema pequeño que necesita de fe se convierte en una derrota. En lugar de hacer eso, fui ante Jesús, mi director financiero, arrepintiéndome en primer lugar por permitir que las cosas se salieran de control, y luego puse las leyes de la prosperidad en práctica. Liberamos la fe esa mañana todavía en pijamas, alabando y confesando delante de Dios $1 millón de dólares.
A los pocos días, teníamos $1 millón de dólares en exceso a nuestros ingresos regulares. De hecho, todo sucedió durante el mes de diciembre. Terminamos el año en limpio y hemos venido en ascenso desde ese entonces. El 2017 está a punto de convertirse en el mejor año que hayamos tenido desde el 2005, y ese fue el mejor año financieramente hablando en la historia de este ministerio. El próximo año aumentaremos al menos un 25 por ciento.
“Hermano Copeland, ¿cómo puede estar tan seguro?”
Porque hemos aplicado LAS LEYES que gobiernan el incremento. Esas son leyes espirituales, y funcionan para cualquiera que las ponga en funcionamiento, igual que el “cualquiera” en Juan 3:16 y Marcos 11:23.
Comencemos con Filipenses 4:15-17:
15 Bien saben ustedes, hermanos filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en cuestiones de dar y recibir, sino sólo ustedes.
16 Incluso a Tesalónica una y otra vez ustedes me enviaron para cubrir mis necesidades.
17 No es que yo busque dádivas. Lo que busco es que abunde fruto en la cuenta de ustedes.
Observa nuevamente el versículo 17: «No es que yo busque dádivas. Lo que busco es que abunde fruto en la cuenta de ustedes». Veamos ese mismo versículo en la Biblia Amplificada:
17 No es que yo busque el regalo en sí mismo, lo que busco es la ganancia que aumente en tu cuenta [celestial] [la bendición que está acumulándose para ti].
Tú tienes una cuenta celestial. Jesús se refiere a ella en Mateo 6:19-20:
19 No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y donde los ladrones minan y hurtan.
20 Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan.
Jesús no dijo en ese pasaje que debíamos llegar al cielo para disfrutar de nuestra cuenta celestial. Por el contrario, estamos acumulando en esa cuenta para los momentos en los que necesitemos usarla (1 Timoteo 6:19).
La primera regla para efectuar un retiro desde cualquier cuenta es la siguiente: debes hacer un depósito antes de poder retirar. ¡Obviamente! ϑ Sabemos que es cierto en lo natural, pero nos hemos olvidado de esta verdad cuando se trata de las cosas celestiales. ¿Cuál es la ley que lo respalda? La de la siembra y la cosecha.
¿Cuáles son nuestras opciones de depósito? Todo comienza con el diezmo. Si no eres un diezmador, tus otros depósitos no serán guardados en tu cuenta. Todas las leyes de la prosperidad y el incremento dependen de LA BENDICIÓN del SEÑOR, y LA BENDICIÓN está atada al diezmo. ¿Recuerdas Gálatas 3:13?
13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, y por nosotros se hizo maldición (porque está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»).
¿Y qué hay de Proverbios 10:22? (RVA-2015)
22 La bendición del SEÑOR es la que enriquece y no añade tristeza con ella.
La segunda manera de hacer depósitos es invertir en el evangelio. Jesús habló sobre este tema en Marcos 10:29-30:
29 Jesús respondió: «De cierto les digo: No hay nadie que por causa de mí y del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos, o tierras,
30 que ahora en este tiempo no reciba, aunque con persecuciones, cien veces más casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, y en el tiempo venidero la vida eterna.
¡Guau! ¡Si tuviera tiempo, predicaría por una semana completa solamente acerca de este tema!
La tercera manera de hacer depósitos es darle al pobre. Proverbios 19:17 dice: «Dar algo al pobre es dárselo al Señor; el Señor sabe pagar el bien que se hace».
La cuarta manera de depositar en tu cuenta celestial es darle alabanzas a Dios. Miremos 1 Crónicas 16:29 (RVA-2015): «Den al SEÑOR la gloria debida a su nombre; traigan ofrendas y vengan ante su presencia; adoren al SEÑOR en la hermosura de la santidad».
¡Esto es demasiado IMPORTANTE ! Necesita ser predicado por un mes completo. ¡O mejor aún, ser predicado continuamente ! La adoración es EL ARMA MAS GRANDE de la fe. Hechos 16:25 dice: «A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, mientras los presos los escuchaban».
Pablo y Silas no se detuvieron después de orar. Orar es de vital importancia, sin embargo, la alabanza es aún más importante, especialmente a la medianoche—la medianoche cuando necesitas un milagro de sanidad o la hora más oscura de un problema financiero muy grande. Ese es el momento de cargar el “ ARMA NUCLEAR” de nuestra batalla : alabar y danzar delante del Sumo Sacerdote de nuestros diezmos y el SEÑOR de la cosecha. SU NOMBRE ES JESÚS. Él es nuestro banquero celestial. Él es nuestro médico divino. Él es nuestro abogado celestial. ¡ÉL ES LA CABEZA, NOSOTROS SOMOS SU CUERPO! ¿Hay algo que sea muy difícil para Él? ¡No! ¡Mil veces no! Entonces, es el momento que tanto tú como yo, y el resto de nosotros, actuemos como si esto fuera cierto y le entreguemos todo a Él; todo significa todo, incluyendo la parte financiera de nuestra vida.
La segunda regla para retirar de tu cuenta es decidir la cantidad que necesitas. No elijas tan solo una suma que imagines en tu cabeza. Ve delante del SEÑOR. Invierte tiempo en Santiago 1:5-8:
5 Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche.
6 Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro.
7 Quien sea así, no piense que recibirá del Señor cosa alguna,
8 pues quienes titubean son inconstantes en todo lo que hacen.
Una vez decidida la cantidad necesaria, debes ser específico y mantener tu mente enfocada al respecto. Escríbela. Haz una lista de tus necesidades, deudas y deseos . ¡Sí, tus deseos! Tu banquero celestial quiere que tengas los deseos de tu corazón. Recuerda que Él nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Timoteo 6:17). Ponte de acuerdo con alguien que tenga fe como tú. Recuerda Mateo 18:19-20:
19 Una vez más les digo, que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá.
20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.
No hables con NADIE más que con Jesús de tus finanzas celestiales, y con alguien lo suficientemente cercano con quien puedas ponerte de acuerdo en fe.
La tercera regla para retirar de tu cuenta celestial es reclamar aquello que necesitas por medio de la fe (Marcos 11:23-24). Después de todo, ya te pertenece. Es tu dinero. Está en tu cuenta. No pierdas de vista esa verdad. Tú mismo lo consignaste en primer lugar. ¡Puedes retirarlo cuando lo necesites!
La cuarta es obvia y la encontramos en Mateo 18:18. Ata al diablo y a sus fuerzas. Nuevamente recuerda: es tu dinero. Te pertenece a ti y a Jesús. ¡El diablo no tiene ningún derecho sobre él! Sin embargo, debes atarlo, antes de que el cielo tenga la autoridad para hacerlo.
La quinta regla es liberar las fuerzas angelicales. Hebreos 1:14 dice: ¿Y acaso no son todos ellos espíritus ministradores, enviados para servir a quienes serán los herederos de la salvación?
Las fuerzas angelicales no tienen autoridad para moverse hasta recibir una orden. Di: “Espíritus ministradores, ¡VAYAN! Hagan que mi dinero venga a mis manos”.
La sexta es alabar continuamente a Dios, agradeciéndole por traer el dinero que necesitas. El Salmo 34:1 dice: «Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca».
¡Nunca entretengas ningún pensamiento o idea de fracaso! Recuerda: tú estás de acuerdo con tu Banquero celestial, Jesús, y sucederá —aun si, por alguna razón, la fecha límite decidida haya quedado atrás. ¡Mantente de acuerdo! Continúa con la fecha que habías elegido. Sé que suena extraño, pero no estamos hablando de leyes naturales ¡ Nunca te des por vencido! ¡ Nunca desistas!
La séptima regla es muy importante. Todo lo que hemos estudiado se suspende de la siguiente verdad al igual que las cortinas de un riel: ¡Camina en amor! Lee Mateo 22:36-40: «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?» Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” Éste es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.»
Eso significa que debes evitar la contienda y la falta de perdón a toda costa. Santiago 3:16 lo dice muy claramente:
16 «Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal».
Y en Marcos 11:25, Jesús nos ordenó:
25 Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas.
¡Tú y yo como colaboradores, formamos gran parte del mover del cielo en la Tierra desde los días de Pentecostés! Estamos demasiado BENDECIDOS de estar vivos y ser llamados una fuerza de BENDICIÓN. No solamente somos una fuerza milagrosa que sana, salva, sino también un ejército financiero sobrenatural en las manos de Jesús. Es un honor para Gloria y para mí ser tu colaborador y realmente eres mucho más que eso. ¡Realmente somos una familia! Es una BENDICIÓN y un placer orar por ti todos los días.
¡Gloria y yo te amamos muchísimo!