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noviembre 24, 2014

Familia de FE

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El sol de verano brillaba a través de las montañas en el horizonte, en las afueras de Westminster, Colorado, mientras Bryan Lee aceleraba su gran camioneta de motor diesel en una curva. Pasó en frente de una gran área de trabajo con jardines y parques que sus empleados acababan de terminar, y admiró el trabajo que habían hecho. Su negocio de diseño de jardines y parques había llegado a ser tan próspero que él y su esposa, Cindy, vivían el sueño americano. Habían comprado una casa nueva imponente. Bryan pensaba: Parece un castillo. Tenían dos casas más que rentaban y habían invertido en otras oportunidades de negocios.
Cuán lejos había llegado. Desacelerando su camioneta, Bryan recordó cómo era su vida 19 años atrás. A pesar de ser un empleado de medio tiempo conduciendo camiones del departamento de limpieza y saneamiento, vivía feliz y contento con su esposa y sus dos hijas. Luego, todo se derrumbó. Su esposa decidió que ya no deseaba estar casada con él. Y contrató a un abogado que iría tras las finanzas de su esposo como un pitbull, quitándole cada centavo y dejándolo sin casi nada para subsistir.
Bryan sacudió su cabeza cuando recordó lo ingenuo que había sido. Él había pagado sus cuotas alimenticias en efectivo, y a cambio su ex esposa lo llevó a juicio, afirmando que no la había hecho. El juez lo envió a prisión. Había perdido a su esposa, a sus hijas, su hogar, sus finanzas; y luego perdió su empleo.
Cómo había cambiado su vida.
Entonces, ¿por qué sentía como si de nuevo estuviera en prisión?
Deteniendo su camioneta a la orilla del camino, Bryan reclinó su cabeza contra la ventana y suspiró. Era momento de enfrentar la verdad. Él había edificado su vida como una casa de naipes y todo estaba a punto de colapsar. No estaba en prisión, pero estaba aprisionado en una montaña de deudas, obligado a pagar más de un millón de dólares en deudas. Había usado más crédito del que debía, y su matrimonio y su familia se encontraban en una situación estresante.
Colocando sus manos en su rostro, Bryan oró: “¡Dios, por favor, ayúdame a salir de este desastre!”.

Pequeños pasos de fe
Bryan recuerda: «Lo único bueno que surgió de esos años difíciles después de mi divorcio, ¡fue que nací de nuevo en julio de 1988! Anhelaba tanto que mi matrimonio funcionara que por un par de años llevé puesto mi anillo de bodas. Conducía un camión de basura y sobrevivía con mi salario mes a mes. Pensaba que la forma de mostrarle amor a mi ex esposa era con mi mayor esfuerzo, así que pagué la cuota alimenticia en efectivo. Eso me hizo ver como un maníaco ante el juez, y la cantidad del supuesto monto que no había pagado producía intereses a diario. Ella me llevó a la corte más de 30 veces, e hizo que fuera a prisión en varias ocasiones. Pero esa primera vez fue la peor».
«El juez me permitió trabajar afuera mientras estaba en la cárcel. Vivía y dormía en la prisión, pero me permitían salir durante el día para ir a trabajar. Como nuevo creyente, me sentía animado —aun cuando vivía en la cárcel—, al punto que mi jefe pensó que estaba perdiendo la razón. Y por eso, me despidió. Fue así como empecé a cortar césped para ganarme la vida».
«Ese mismo año, un amigo me sugirió que sintonizara el programa de televisión La Voz de Victoria del Creyente. Seguí su consejo y mi vida cambió. Compré una vieja camioneta por USD $70, y en agosto de 1989, mi amigo y yo manejamos hasta Fort Worth para asistir a la Convención de Creyentes del Suroeste. Dejamos la camioneta estacionada en Houston Street y durante la convención vivimos allí. Comíamos sándwiches de mantequilla de maní y mermelada».
«Yo había estado viendo los programas de television a diario, pero asistir a la convención fue como tomar la autopista para aprender a vivir por fe. Mientras estuve allí, tomé la decisión de convertirme en colaborador. Me comprometí a orar por los Ministerios Kenneth Copeland, a sembrar en ellos, a mirar el programa y a asistir a las convenciones. Durante ese tiempo, el Señor me dijo que volviera a casa y les enseñara a mis hijas acerca de la fe».
Después de la convención, Bryan regresó a casa y se ofreció como voluntario para enseñar en la escuela dominical de su iglesia. Durante los siguientes 10 años, les enseñó a los niños, incluyendo a sus hijas, cómo vivir por fe. Ministró en grupos de su iglesia y comenzó un ministerio para varones y un ministerio para prisioneros.
Durante esos años continuó orando por KCM, sembró en el ministerio, sintonizó los programas y asistió a las convenciones. La gracia y el favor se encontraban sobre Bryan y sobre su negocio. Él había iniciado su negocio de podar césped con sólo 5 jardines, que se convirtieron en 20 y luego, a 100 jardines mensuales. En el invierno, cuando no había nada que cortar, entregaba gas propano en las montañas. Con el tiempo, inició su propio negocio de diseñar jardines y parques, y prosperó más allá de lo que había soñado.

Un nuevo pacto
El 31 de julio de 1999, Bryan se casó con Cindy, a quién conoció en la iglesia. Para ese entonces, las hijas de Bryan eran adolescentes, y Cindy tenía dos hijos preadolescentes. Después de unos años, su familia y negocio crecieron y sus obligaciones en el ministerio también. Poco a poco, otras cosas comenzaron a derrumbarse. Él ya no tenía tiempo para mirar el programa de televisión de forma regular. Estaban demasiado ocupados para asistir a las convenciones —pues alguno de sus hijos siempre tenía algo que hacer—. Y en el ajetreo y el bullicio de la vida diaria, hizo a un lado su colaboración con KCM, incluyendo sus siembras.
Por exceso de estrés, Cindy comenzó a desarrollar síntomas de fibromialgia. Sabiendo que necesitaban una infusión de fe, Bryan les sugirió asistir a la Campaña de Victoria en Branson 2006.
Cindy explica: «No quería ir. Había oído del hermano Copeland, pero jamás había escuchado sus enseñanzas. Sabía que necesitaba ayuda, pero no sabía a dónde ir. No obstante, Dios me dijo que asistiera. La Campaña de Victoria en Branson fue inolvidable. Nací de nuevo desde que tenía 18 años, pero jamás había experimentado nada como eso. Esa semana cambió mi vida, y comencé a creer que había recibido mi sanidad. Estaba segura que necesitaba vivir por fe».
Después de haber sido bien instruido por KCM, Bryan aprendió la importancia de no endeudarse. Ése fue otro punto importante en el que falló. Poco a poco, pasó de ser libre en sus finanzas a estar enterrado en deudas. Luego, vino la recesión económica y con ella se paró la industria de la construcción. Cuando eso sucedió, el negocio de diseño de jardines se detuvo de golpe. Y en lugar de cortar 100 jardines al mes, ahora sólo tenían 5 ó 6. Y como si eso no fuera suficiente, los empleados importantes que estaban a cargo del negocio, habían hecho algunas decisiones incorrectas. El resultado fue que Bryan quedó estancado con maquinaria averiada y un ingreso limitado.
Bryan admite: «Tuve que arrepentirme. Yo había aprendido del hermano Copeland acerca del peligro de endeudarse. ¡No tropecé con las deudas por accidente! ¡Eso lo sabía muy bien! Un día llegué a casa y encontré a Cindy en la lavandería. Me arrepentí delante de ella y admití que había llevado a nuestra familia por el camino equivocado. Le pedí perdón y le prometí que con la ayuda de Dios, yo los sacaría de deudas y que jamás volveríamos a pedir prestado».

Semilla para sembrar
En marzo de 2008, Bryan y Cindy recibieron del gobierno una devolución de impuestos de USD $8.397. Aunque ese dinero habría ayudado para pagarle a sus acreedores, Bryan sabía que eso era algo muy pequeño comparado con lo que necesitaban. Ellos no podían tapar el dique con un dedo; necesitaban un milagro financiero. Por tanto, sembraron toda esa cantidad como una semilla en KCM.
Sentada en Starbucks, bebiendo una taza de café humeante, Cindy se preguntaba cómo podían escalar esa montaña de deudas. Ella ni siquiera sabía dónde comenzar. Agobiada, ella susurró: “¿Señor, qué deseas que hagamos?”.
Reúnanse el lunes con un agente de bienes raíces y pongan la casa en venta.
¿Había sido esa la voz de Dios? Y de serlo, ¿habría notado Él que la casa del vecino había estado en venta por 5 años? ¿Y que otras casas cercanas habían estado en venta por lo menos dos años?
“Qué deseas que hagamos”.
Vayan a casa.
Tan pronto como ella llegó a casa, una persona que rentaba una de sus casas llamó: «Quiero terminar mi contrato y mudarme. No puedo seguir pagando». Cindy parpadeó para contener sus lágrimas mientras colgaba el teléfono. ¿Acaso, las cosas podían empeorar más?
Cindy recuerda: «El Señor insistió en que nos reuniéramos con un agente de bienes raíces el lunes. No el martes, ni el miércoles. Debía ser el lunes. Obedecimos, y 8 días después la casa ¡se vendió por el precio que estábamos pidiendo!».

Venciendo las deudas
«Al día siguiente, otra casa de nuestro vecindario fue puesta a la venta. La casa era casi idéntica a la nuestra, pero mucho mejor y más equipada. Si hubiéramos esperado un día más, los compradores habrían elegido esa casa, en lugar de la nuestra. Además, al poco tiempo el mercado de bienes raíces colapsó. De no haber puesto la casa en venta cuando lo hicimos, habríamos perdido esa oportunidad».
«Cuando nuestra casa se vendió, no teníamos a dónde ir. Entonces, le pregunté al Señor qué debíamos hacer y Él nos respondió: Vayan a casa. En ese momento, comprendí a qué se refería. Deseaba que volviéramos a nuestra primera vivienda —¡y la persona que vivía ahí se acababa de ir!—».
Con el dinero en efectivo de la venta de su casa en mano, Bryan comenzó a pagar sus cuentas y a trabajar con los acreedores para negociar una rebaja de la deuda. Una compañía de tarjetas de crédito a la que le debían USD $25.000 no quiso negociar, así que Bryan y Cindy se comprometieron a realizar pagos mínimos. Sin embargo, otras compañías renegociaron contentos.
Seis semanas después de sembrar los USD $8.397 como una semilla en la tierra fértil de KCM, Bryan y Cindy pagaron USD $839.700 en deudas. 12 de las 16 deudas con sus acreedores fueron saldadas. Bryan vendió su compañía de diseño de jardines y volvió a su primer negocio —podar césped—. En 30 días, tenía 50 jardines para podar.
En el 2013, después de realizar pagos por cinco años, los USD $25.000 de deuda de tarjetas de crédito habían disminuido a USD $8.000. Cuando los Lee enviaron por correo su último pago, la compañía no sólo les devolvió el cheque, ¡sino que cancelaron la deuda pendiente de USD $8.000!

El poder de la colaboración
Bryan explica: «Literalmente puedo decir que mis altibajos en las finanzas cambiaron al volverme colaborador de KCM. Desde 1989, cuando oraba por el ministerio, daba mis ofrendas, alimentaba constantemente mi fe a través del programa televisivo —el cual veía a diario— y asistía a las convenciones, mis ingresos aumentaban casi en línea vertical. Años después, cuando dejé de hacer todo eso, mis finanzas cayeron en picada. Cuando activé mi fe y volví a conectarme, se elevaron de nuevo. La colaboración con KCM ha representado la diferencia entre la vida y la muerte financiera para nosotros».
«No fue una bola gloriosa que cayó del cielo la que canceló esos dos últimos acreedores. Tuvimos que ser diligentes por algunos años, y pagamos poco a poco. Sin embargo, hoy tenemos dinero en todas nuestras cuentas y no tenemos presión financiera. Cuando queremos asistir a una convención, jamás tenemos un pensamiento limitado con respecto a nuestras finanzas. Administramos nuestros negocios sin deudas o líneas de crédito. Cuando necesitamos algo, escribimos una oración de petición y Dios nos provee. No existe una mejor forma de vivir que no sea por fe. Nadie puede cambiar mi forma de pensar, ¡jamás retrocederé!».
Además de sus negocios, hoy Bryan y Cindy ministran en Bryan Lee Ministries. En abril de 2011, bajo la dirección de Dios, Bryan inició su programa radial Heart of the Believer (Corazón del Creyente), el cual actualmente se transmite en cinco estados: Colorado, Texas, Oklahoma, Nuevo México, y Carolina del Norte. Muy pronto será transmitido en Alaska.
En el 2013 y el 2014, organizaron escuelas de sanidad. En cada reunión las personas fueron sanadas y bendecidas. Además, dos noches al mes, se reúnen bajo el lema: “La familia de fe”, para predicar el evangelio. Lo que han recibido, lo entregan de forma gratuita. Bryan y Cindy Lee son una familia de fe, que libera a los cautivos.