fbpx
marzo 25, 2020

¿Es la sanidad realmente para todos?

Este mensaje único sobre la sanidad alterará para siempre cómo ves la enfermedad y la dolencia.

por Kenneth Copeland

¡Tus días de enfermedad y dolencias han terminado! Nunca olvidaré el día en que Dios me dijo esas palabras: fue una de las mejores noticias que he escuchado. Lo creí y he estado caminando en esta gloriosa verdad más de cinco décadas. Si deseas que Dios te diga esas mismas palabras, te preguntarás si la sanidad es realmente para todos. Bueno, te tengo buenas noticias: ¡la sanidad es para todos!

Él nos lo ha dicho a todos.

Lo dijo con tal poder y fuerza que hizo temblar el infierno y sonar el cielo. Lo escribió en la sangre del pacto de su propio Hijo. Lo gritó a través de los siglos a través de los profetas, apóstoles y predicadores.

El problema es que la mayoría de los cristianos realmente no han dejado que llegue a sus corazones y se convierta en verdad para ellos. Dios lo ha dicho… pero aún no lo han creído.

Si ese es tu caso, entonces lo que estás a punto de leer puede cambiarlo para siempre. Si llevas este mensaje, lo estudias en las Escrituras y compruebas por ti mismo que es la verdad, si te atreves a creerlo y a actuar en consecuencia, no solo cambiará tu corazón, sino que también cambiará tu cuerpo.

Este mensaje único sobre la sanidad cambiará para siempre cómo ves la enfermedad y las dolencias. Eliminará todas las dudas sobre la voluntad de Dios para tu sanidad y te abrirá la puerta de la salud divina. A continuación, te presento tres verdades que te ayudarán a resolver este problema en tu mente de una vez por todas.

 

Verdad # 1: La Cruz nos liberó completamente de la maldición.

Para comprender esta verdad, debes regresar a la cruz, al lugar donde Jesús pagó el precio por ti: espíritu, alma y cuerpo. El calvario fue el evento más completo que jamás haya tenido lugar.

Dios no dejó nada por fuera. Ninguna cosa maldita que surgió a través de la unión de la humanidad con Satanás quedó en pie. Jesús triunfó–sobre todo. Al tomar sobre Sí Mismo todo lo que el hombre caído haya sufrido alguna vez, nos hizo libres: espíritu, alma y cuerpo.

Se convirtió en nuestro sustituto. Se hizo pobre para que pudiéramos ser ricos (2 Corintios 8:9). Se debilitó para que pudiéramos ser fuertes. Él soportó la muerte para que pudiéramos ser vivificados (1 Corintios 15:22). “Él personalmente llevó nuestros pecados en su cuerpo en la cruz para que podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es correcto. Por sus heridas fuimos sanados” (1 Pedro 2:24).

Observa cómo la sanidad y el perdón van de la mano. Dios no los separa. El motivo es simple. ¡No están separados!

Sin embargo, algunos teólogos han tratado de robar el mensaje de la Cruz de todo su poder al enseñar que esta sanidad es meramente una sanidad espiritual. Pero Isaías 53:5 dice: “Fue herido por nuestras transgresiones, fue molido por nuestras iniquidades: el castigo de nuestra paz fue sobre él; y por sus llagas fuimos curados” (RV).

Debo admitir que, a juzgar por la vida derrotada y enferma de muchos cristianos, puede parecer que el plan redentor hizo poco más que salvarnos del infierno casi que por un pelo. Pero eso se debe a que, en su mayor parte, no tenemos idea de lo que realmente sucedió en el Calvario. Y esa falta de conocimiento ha destruido muchas preciosas vidas cristianas.

Pero la Palabra de Dios dice que Jesús fue herido por nuestras iniquidades … y por las heridas que le fueron causadas, fuimos sanados. Las palabras herido y azote se traducen de la misma palabra hebrea … así que eso significa que podemos decirlo de esta manera: “Fue herido por nuestras iniquidades y por esos azotes fuimos sanados”. ¡No dejes que nadie te convenza de que tu sanidad no fue parte del plan de redención de Dios, porque lo fue absolutamente!

 

Verdad # 2: La sanidad y el perdón del pecado fueron comprados por la misma sangre que se derramó por las heridas en el cuerpo de Jesús.

Jesús pagó el mismo precio asombroso por nuestros pecados y nuestra sanidad. Llevo sobre su propio cuerpo toda enfermedad y dolencia, así como asumió sobre sí el pecado de la humanidad. Sufrió los tormentos de cada hombre, para que pudiéramos estar libres de todos ellos.

El solo pensamiento de esto tambalea la mente. ¡El pecado por si solo es poderoso! Cambiará el color del cabello de una persona. Torcerá su semblante. Oscurecerá la luz en sus ojos.

Pero Su sacrificio se expandió para incluir las enfermedades de cada hombre, mujer y niño que alguna vez vivirá en este planeta. Por supuesto, no podemos imaginar tal horror. Pero si pudiéramos, podríamos ver el horrible precio que Jesús pagó por nosotros en el Calvario.

A la luz de tal sacrificio, ¿cómo nos atrevemos a ignorar lo que sucedió en la Cruz y decirle a un hermano enfermo que es la voluntad de Dios que esté enfermo un poco más para que pueda aprender algo? Es como decir que Dios querría que alguien esté en pecado un poco más para aprender algo. Y, por supuesto, ¡eso es absurdo!

Ya es hora de que nos demos cuenta de que Dios odia la enfermedad de la misma manera que odia el pecado. ¡El pecado, la enfermedad y las dolencias salieron del mismo pozo al mismo tiempo!

Ahora, si por un tramo intrincado de la imaginación religiosa pudiéramos decidir que es su voluntad que nos enfermemos, tendríamos que condenar a todos los médicos y enfermeras por tratar de frustrar la voluntad de Dios. Eso no tiene sentido, ¿verdad?

Verdad # 3: La sanidad siempre llega a quienes la reciben.

Dios dijo: “Por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5, RV). También dijo: Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados” (Santiago 5:15). Y Él dijo: “[Jesús] tomó nuestras enfermedades y quitó nuestras dolencias” (Mateo 8:17).

Dios siempre cumple Su Palabra: la sanidad siempre llega. El nuevo nacimiento llega de la misma manera a cualquiera que siga las instrucciones en Romanos 10:9-10: “Si declaras abiertamente que Jesús es el SEÑOR y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque es creyendo en tu corazón que estás bien con Dios, y es declarando abiertamente tu fe que eres salvo”.

El problema ha estado en nuestra recepción, no en la entrega de Dios.

“Pero si recibir la sanidad es tan simple como recibir la salvación”, preguntan, “¿por qué tantos cristianos siguen enfermos?”

Principalmente, es porque la verdad sobre la sanidad no se ha predicado constantemente. Dado que “la fe viene al oír, y al oír la PALABRA de Dios” (Romanos 10:17, RV), se deduce que la falta de enseñanza de la plenitud del evangelio ha dejado a muchos cristianos sin suficiente fe para curar un dolor de cabeza, mucho menos cáncer.

Si estás deseando en este momento que la sanidad comience a obrar en tu cuerpo, ¡deja de desear y comienza a cavar en LA PALABRA! Estudia, medita y escucha predicas llenas de fe sobre la sanidad y la redención. Entonces comienza a predicarlo. Predícalo para ti mismo. Predícalo a tus hijos. Predícalo a tu perro si él es el único que te escuchará. Probablemente no hará mucho por él, pero te ayudará, y eso es lo que importa.

No digo que sea fácil. No lo será, No en esta vida, No en este mundo, No puedes vivir en la victoria sobre el pecado sin hacer un esfuerzo, y no puedes seguir adelante en la vida y esperar que Dios deje caer la sanidad en tu regazo.

No, tendrás que soportarlo. Tendrás que pelear la buena batalla de la fe. Pero como he respondido en este artículo, la sanidad es para cada creyente. Sí … estás en una batalla, ¡pero es una batalla que puedes ganar y tienes derecho a ganar!