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Finanzas

¡Necesito un automóvil nuevo!

¿Acaso no sería maravilloso que nuestra fe produjera resultados inmediatos y visibles? ¿Acaso no sería divertido que creamos por la casa de nuestros sueños hoy… y mañana nos mudáramos a ella? ¿O creer por sanidad y ver cómo cada síntoma de la enfermedad desaparece de inmediato, todo el tiempo? Algunas veces, aún las cosas que parecen tan sencillas como creer por un automóvil nuevo —o por uno diferente al que tenemos—, pueden presentarse como un proyecto difícil de fe.

Creerle a Dios por cosas como un automóvil nuevo, me recuerda el camino que tuvimos que atravesar para aprender a vivir por fe. Kenneth tenía 30 años y era un estudiante de primer año en Oral Roberts University. Yo me quedaba en casa, junto a mis dos pequeños hijos, escuchando prédicas acerca de la fe del hermano Kenneth E. Hagin. Un día, me encontraba escribiendo algunas notas acerca del poder de las palabras llenas de fe, y escuché al Espíritu del Señor decirme lo siguiente:

El poder radica en la perseverancia.

¡Esa frase cambió mi vida!

Me ayudó a darme cuenta de que no puedo mover montañas sólo declarando palabras de fe de vez en cuando. Pues lo que declaro con paciencia y de manera constante —a tiempo y fuera de tiempo— es lo que produce resultados. Eso quiere decir que todas las palabras negativas, llenas de duda e incredulidad; ¡deben desaparecer! Así que Kenneth y yo, comenzamos de inmediato a eliminar esas palabras de nuestro vocabulario.

En primer lugar, nos enfocamos en ya no declarar palabras de pobreza. Y comenzamos a declarar palabras de fe (y sólo fe) a la montaña de las deudas que estábamos enfrentando. Y en 11 meses, todas las deudas que parecían ser demasiado grandes el año anterior, ¡fueron canceladas por completo!

En esa época entonces necesitábamos un automóvil, así que hicimos lo mismo. Desatamos nuestra fe en la promesa de que Dios suplirá todas nuestras necesidades conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Luego, oramos y declaramos: «Creemos que recibimos ese automóvil».

De nuevo, no vimos resultados inmediatos. A la mañana siguiente, no encontramos el automóvil nuevo en la entrada de nuestro garaje. Pero aun así, continuamos hablando con fe. Hablábamos con tanta confianza que hasta nuestro hijo John, quien era un niño, también se contagió con la visión. En una ocasión, Kenneth se encontraba alabando a Dios por nuestro automóvil nuevo, y John expresó: «¡Vamos papi! ¡Vamos por nuestro automóvil!».

Y pocos meses después, ¡obtuvimos nuestro automóvil!

A medida que transcurría el tiempo, aprendimos a recibir todas las demás cosas de esa misma forma —automóvil nuevo, sanidad, finanzas, todo—. Si necesitas algo nuevo como un automóvil por ejemplo, ejercita los músculos de tu fe. Comienza a declarar —en voz alta— Filipenses 4:19 sobre tu situación. Y si necesitas ayuda, para ordenar tus finanzas, entonces lee el artículo titulado: “¡Señor, ayúdame en mis finanzas!”. Permite que éste sea el comienzo de una vida enfocada en la fe, ¡en donde aprendas a aplicar la Palabra de Dios en todas las áreas de la vida!