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¡El milagro fue solo obra de Dios!
Su hija recién nacida, Avery, continuaba luchando por su vida y los médicos solo ofrecían informes desalentadores. Sin embargo, Jenny y Eddie Richard ejercieron su fe y se aferraron a las tres palabras que Dios les había dicho a ambos, en momentos diferentes: ¡Yo me encargo!