«…al que cree todo le es posible.»
(Marcos 9:23)
En el Nuevo Testamento el Señor nos dio un solo mandamiento: Amarnos unos a otros. Sin embargo, éste conlleva una doble instrucción. Debemos creer en el SEÑOR Jesucristo, y vivir en amor (1 Juan 3:23). Puesto que la fe obra por el amor, cuando usted activa estos mandamientos en su vida, todo le es posible.
Un hombre o una mujer de fe, motivados por el amor de Dios, no se detienen por nada ni por nadie. Y realizan obras que, en lo natural, son literalmente imposibles de llevar a cabo.
Un amigo me compartió su testimonio hace algunos años. Él y su hijo trabajaban juntos limpiando un terreno. Conducían un pequeño tractor, con el cual halaban un tronco. Pero el tronco se quedó atrapado en algo, y el tractor volcó hacia atrás; atrapando al padre y al hijo debajo de éste. Al final, el padre se esforzó para liberarse, y se arrastró fuera de los escombros.
Cuando salió, el tractor se incendió con su hijo aún atrapado debajo de éste. Corrió hacia la parte trasera del tractor, lo tomó por la defensa e hizo su mejor esfuerzo para levantarlo; sin embargo, no tuvo éxito. La situación era desesperante, pero de pronto, el amor de ese padre por su hijo y su fe en Dios cobraron vida en su interior, y exclamó: «Muy bien, Dios. Si me has ayudado antes, ¡volverás a ayudarme ahora!». Entonces tomó el tractor, lo levantó y sacó a su hijo.
Si ese padre no hubiera sido un hombre de fe, jamás habría podido rescatar a su hijo. Es probable que se hubiera quedado allí, sin poder hacer nada mientras su hijo moría —y luego, habrían culpado a Dios—. Las personas hubieran exclamado: “¿Me pregunto por qué Dios no salvó a ese joven? ¿Me preguntó por qué Dios permitió que muriera así?”.
El amor por sí sólo no habría realizado el trabajo en esa situación. Pues se necesitó de la fe y del amor. Pero gracias a Dios, ese padre tenía ambas. Estaba preparado para enfrentar los problemas y triunfar sobre ellos, pues él vivía conforme a la PALABRA de Dios; no sólo ese día, sino todos los días. Él creyó en Jesús, no sólo como su SEÑOR, sino como EL SEÑOR de toda situación. Él creyó que se le había entregado toda autoridad en el cielo y en la Tierra. Por tanto, anduvo en esa autoridad, y esperó que Dios le entregara todo el poder necesario para salvar a su hijo aquel día.
El amor lo motivó a caminar entre las llamas, y su fe en Dios le ayudó a levantar ese tractor. El amor y la fe Juntos, se convirtieron en una fuerza invencible, y transformaron una tragedia en un triunfo. Si activa esa fuerza, realizará lo mismo en su vida, y todo le será posible.