«Y junto a esto, poniendo toda diligencia, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud conocimiento; al conocimiento templanza, a la templanza paciencia; y a la paciencia piedad; a la piedad afecto fraternal; y al afecto fraternal compasión. Porque si éstas cosas están en vosotros y abundan, no os dejarán estar ociosos y sin fruto en cuanto al conocimiento del Señor Jesucristo…. Por lo cual, hermanos, tanto más procurar hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.»
(2 Pedro 1:5-8, 10)
Al entender que el fruto del espíritu no solamente nace del amor, sino que también el amor sustenta el fruto; podremos entender por qué la Biblia nos exhorta a desarrollar ese fruto en nuestra vida. Ésta nos instruye no sólo a esperar de manera pasiva para que el fruto crezca, sino a ir tras éste de forma activa y agresiva.
Sin embargo, algunas veces los creyentes están más interesados en perseguir los dones del Espíritu (tales como la palabra de sabiduría, el conocimiento, y los dones de sanidad y milagros) que el fruto. Quizá, eso se deba a que ellos piensan que los dones son más poderosos. Pero, en realidad, ése no es el caso.
El hecho es que, por más poderosos que éstos sean, los dones espirituales pueden estar obrando en nosotros; y aun así, podemos fallar en nuestra vida con Dios. Muchos ministros conocidos lo han demostrado. Ellos profetizan y hacen milagros asombrosos en reuniones públicas. Pero en su vida privada, han caído en pecado y han naufragado en su fe.
No obstante, si el fruto del espíritu está fluyendo en usted, puede tener la certeza de que nunca experimentará esas devastadoras caídas. ¿Por qué? Porque el fruto del espíritu de forma continua lo fortalece, y le provee el poder sobrenatural. Y a diferencia del poder de los dones espirituales, el fruto no está disponible sólo de vez en cuando, sino 24 horas al día, siete días a la semana. Está ahí cuando usted lo necesita, ¡a cualquier hora del día o de la noche!
Contrario a la creencia popular, el fruto del espíritu no sólo nos hace una compañía agradable, pues quienes viven conforme a ese fruto son personas muy gratas. La diversidad del fruto del espíritu (amor, gozo, paz, fidelidad, paciencia, etc.) es una fuerza espiritual poderosa que nos permite superar cualquier cosa que el diablo lance a nuestro camino.
Cada fruto del espíritu libera el poder de Dios, a fin de que usted sea victorioso en todas las áreas de su vida. Y si fallamos en andar conforme a alguno de éstos, seremos vulnerables a los ataques del enemigo.
Por esa razón, El SEÑOR nos indicó que siguiéramos con diligencia el fruto del espíritu. Dios no quiere que tropecemos y fallemos en cumplir nuestro destino; Él desea que andemos por el camino que nos dejó, y que lo finalicemos en victoria. Y el SEÑOR sabe que si nos fortalecemos en el fruto del espíritu, ¡nunca fracasaremos!