«Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición»
(Mateo 15:6).
Dios es amor. Todo cristiano cree en esa verdad a plenitud, incluso el diablo sabe que jamás podrá robarla por completo. El enemigo jamás convencerá a la Iglesia para hacerle creer que Dios la odia y que no la ama. Por esa razón, ni siquiera lo intenta. En cambio, escoge engañar a las personas, a fin de que tengan una definición diferente acerca del amor. Fomentando la tradición religiosa, ha podido engañar a las personas haciéndoles creer que Dios expresa Su amor en formas que no son amorosas.
La tradición religiosa aseguraría que debido a Su amor por nosotros, Dios nos enviará enfermedades para enseñarnos verdades, que de otra manera no podríamos aprender. Las personas cristianas han recibido y creído esas mentiras. Recuerdo haber escuchado el testimonio de una mujer que decía: “El cáncer que Dios me dio es una bendición disfrazada. Lo he padecido por nueve años, y he aprendido muchas cosas acerca de cómo andar con Dios, y ha sido gracias a esta enfermedad”.
Sé que esta dama tenía buenas intenciones, sin embargo, tengo que admitir que lo primero que pensé fue: «¡Nueve años! Aunque Dios tratara de enseñarme algo a través de esa enfermedad, si no puedo aprender en nueve años ¿cuánto tiempo más me tomará aprender?».
Tradiciones como esa, hacen que la PALABRA referente al amor de Dios no tenga ningún efecto. Ésta roba lo que la verdad acerca del amor podría hacer por nosotros. Pues el propósito del amor es ¡inspirar nuestra fe! Y darnos a conocer que el deseo de Dios es ¡sanarnos, librarnos y suplir cada una de nuestras necesidades!
Quizá alguien se pregunte: “¿Acaso no se nos enseña en la Biblia que Dios instruye y corrige a quien ama?”.
¡Sí! Pero no a través de la enfermedad ni de las dolencias. Lo hace a través de Su PALABRA. Tal y como se nos enseña en 2 Timoteo 3:16-17, donde leemos: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».
Dios no nombra al cáncer como maestro de la iglesia. Ni envió la artritis para enseñarnos Sus caminos. Él envió a Su Espíritu Santo y a Su PALABRA —¡para que juntos puedan realizar la obra!—.
Si hoy en día, un padre de familia, encontrara la forma de hacer que su hijo se enfermara de cáncer a propósito para enseñarle una lección; sería arrestado y lo llevarían a prisión. ¿Por qué? Porque es incorrecto, y porque es contrario al amor.
Dios nunca hará algo como eso. ¡Nunca! Por tanto, no permita que el diablo le cambie la verdad de Dios por la mentira de una persona. Mantenga su doctrina basada en la PALABRA. Y simplemente crea que Dios es Amor.