«La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha; no es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser…»
(1 Corintios 13:4-8, Reina Valera Antigua)
Cuando estudio ese pasaje de las Escrituras, me gusta usar la versión Reina Valera Antigua de la Biblia, porque usa la palabra caridad en lugar de amor. Aunque esa traducción incomoda a algunas personas, caridad es un buen término para utilizar. En la actualidad este término ha adquirido una mala reputación, pues se compara a la manera compasiva con la que algunas personas le dan a los pobres. Muchas personas piensan que un acto de caridad, significa darle sobras a la gente. Eso hace que las personas que la reciban se sientan sin valor ni dignidad; por lo que exclaman: “¡No quiero su caridad!”.
Sin embargo, el significado que los traductores, quienes escogieron esa palabra, le quisieron dar es completamente distinto. Este término representaba algo mucho más profundo y sustancial de lo que regularmente pensamos que es el amor. Significaba mucho más que un sentimiento.
Caridad era un amor que da, un profundo deseo de ayudar a otros, dando siempre lo mejor que se tenía. Para comprender mejor este término, medite en la Palabra apreciar la cual utilizamos en la actualidad, pues ésta se origina de la misma raíz que proviene éste término.
Apreciar a alguien es atesorarlo, tenerlo en tan alta estima al punto de que sea invaluable. Añada a ese concepto, la disposición y la determinación de ver a esa persona como a un tesoro —sin importar lo que haga o diga— y obtendrá una imagen de la verdadera caridad.
Ahora, bien, con esa verdad en mente lea de nuevo ese pasaje, sustituyendo la palabra caridad por el nombre de Dios. Ése es el término legítimo, debido a que en la Palabra se nos enseña que Dios es amor. Él es la expresión perfecta de la palabra caridad.
Dios es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no goza de la injusticia, más se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Dios nunca deja de ser.