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Pregunta del día

julio 15

He escuchado que Dios es celoso. ¿Acaso no es una característica negativa?

En Éxodo 34:14, dice: «No adores a ningún otro dios, porque el Señor, cuyo nombre es Celoso, es Dios celoso de su relación contigo» (Nueva Traducción Viviente).

Es muy sencillo. La Biblia no sólo dice que Dios es celoso, ¡sino que Su nombre es Celoso!
¿Pero acaso no es una característica negativa? Por lo general, ser celoso se considera algo pecaminoso y una característica que debería avergonzar a cualquiera. Muy raras veces, vemos a alguien erguirse con orgullo y decir: “¡Soy celoso!”. Sin embargo, Dios declara en repetidas ocasiones que es celoso (Éxodo 20:5, 34:14; Deuteronomio 4:24, 5:9, 6:15; Josué 24:19; Ezequiel 39:25; Nahúm 1:2; Zacarías 1:14, 8:2).

Estudiemos qué significa la palabra celos. El diccionario en inglés Noah Webster’s 1828 describe la palabra celos como: “Suspicaz sentimiento de rivalidad; preocupación por el temor que la persona que se ama haya dejado o deje de amarlo, o disfrutar de algún bien que él desea obtener; estar lleno de un sentimiento de competitividad”.

Desde el punto de vista humano, podemos ver que alguien celoso tiene temor que otra persona le quite algo que le pertenece. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios, es algo diferente. En Salmo 24:1, dice: «La tierra es del Señor y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen» (NTV). Él vela por todo lo que le pertenece, porque no quiere que nadie se aleje de Él o que sea robado por el enemigo.

No obstante, aunque le pertenecemos a Dios, Él no nos obliga a permanecer a Su lado. Dios creó al ser humano con la habilidad de elegir porque desea que haya una verdadera relación de amor entre ambos. Dios podría controlarnos, pero se rehúsa a echar mano de nuestra libertad (Deuteronomio 30:19).

Lo que más le gustaría al enemigo es alejarnos de disfrutar de una relación intima con Dios. Por esa razón, el Señor declara muchas veces que Él es celoso de nosotros. Dios desea que permanezcamos comprometidos con Él, pues la senda del enemigo nos guía a la destrucción.

Cuando los celos son manifestados por un humano, sólo son un reflejo de temor e inseguridad de que las cosas o relaciones que tenemos, serán robadas por alguien más. Vivir con el temor de que las cosas que poseemos serán robadas, es la evidencia de que no confiamos en Dios.

Dios es el único que tiene derecho a ser celoso porque Él es el verdadero propietario de todas las cosas. Él nunca nos obligará a servirle. Dios desea que elijamos humillarnos a nosotros mismo ante Él, pues al hacerlo, lo convertimos en nuestra Fuente, nuestro Protector, y nuestro Proveedor.