« Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y
por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento»
(2 Corintios 2:14).

Algunas veces Dios no nos da las respuestas que deseamos escuchar, y esto se debe a que estamos formulando las preguntas incorrectas. Por ejemplo, cuando estamos en problemas, y sucede algo malo en nuestra vida, es muy probable que no escuchemos respuesta alguna de Él si lo cuestionamos: “¿Dios, por qué permitiste que me pasara esto?”.

Si nos sentimos tentados a hacer esa pregunta, cerremos nuestra boca y evitémoslo. ¿Por qué? Porque esa pregunta está basada en una mentira del diablo y en la suposición de que Dios es el responsable de las cosas malas que suceden en nuestra vida (Lea Santiago 1:13).

Y eso no es cierto, pues Dios no es quien permite que cosas malas nos sucedan. Él nos ama, nos BENDICE y nos cuida. Si llegamos a caer en alguna desgracia o sufrimos algún daño, se debe a que nosotros le abrimos la puerta al enemigo; siendo desobedientes, faltos de conocimiento o incrédulos, o porque el diablo nos está atacando, y no lo estamos resistiendo como deberíamos.

Si lo desea, puede hacer las preguntas correctas, las que Dios sí responderá. Intente con esto: “SEÑOR, ¿qué puedo hacer para salir de este problema?, ¿cómo dejo de ser una víctima y empiezo a actuar como el vencedor que Tú me hiciste?”

Si lo piensa, ésa es la clase de preguntas que debe formular. Después de todo, realmente no importa qué lo metió en problemas. Lo más importante es cómo salir de éste es.

Si somos sinceros, la mayoría de veces sabemos la razón por la cual terminamos metidos en problemas. Y con facilidad podremos recordar y observar los errores que cometimos. Por ejemplo, cuando Kenneth y yo recibimos nuestra salvación, nos encontrábamos en una terrible crisis financiera. Estábamos tan endeudados que no había esperanza para nosotros, humanamente hablando. No era un misterio cómo habíamos llegado hasta allí. Por muchos años, Kenneth había prestado dinero. (¡Yo creo Kenneth que pedía dinero prestado desde que manejaba su triciclo!). Yo me casé con él y con sus deudas. Luego, yo lo ayudé a endeudarse más.

Gracias a Dios, aún en ese entonces, sabíamos que Dios no nos había llevado a esa condición. No sabíamos mucho al respecto, pero éramos conscientes de ello. Luego, descubrimos en la PALABRA que Él nos ama, y que esta dispuesto a ayudarnos. Entonces oramos: «SEÑOR, ¡indícanos el camino!, explícanos qué debemos hacer y te obedeceremos».

Usted debe estar plenamente seguro de que Dios le dará esa información. Por tanto, empiece a formularle las preguntas correctas. Preguntas basadas en su confianza de que él lo ama. Él siempre lo guiará hacia la victoria en Cristo Jesús, y le ¡mostrará qué debe hacer!