«…Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.»
(1 Juan 4:12)
¿Recuerda el antiguo dicho: “La práctica hace al maestro”? Cuando se trata de amar, éste dicho es por completo cierto. La manera en que usted puede perfeccionar el amor de Dios en su vida es practicando ese amor con los demás.
No lo practique sólo con aquellos que son fáciles de amar —aquellos que son amables y gentiles con usted—. (En la Biblia se nos enseña que incluso los pecadores pueden hacer eso). Determine amar a quienes lo irritan y tienen una actitud desagradable hacia usted. Ame a propósito a las personas más difíciles de amar.
No espere sentado a que un cálido sentimiento sobrenatural lo motive a hacerlo. Dé un paso de fe y determine amarlas por voluntad propia. Puede comenzar pidiéndole a Dios que lo ayude a ver a esa persona como Él la ve. Si es alguien que no ha sido amable con usted, esto puede resultarle difícil. De hecho, puede irritarle un poco que Dios también los ame a ellos. Seamos sinceros. En ocasiones, todos nosotros, en nuestro egoísmo carnal, vemos a alguien que actúa con maldad y pensamos: ¿Cómo podría Dios amar a este tonto?
Cuando yo era un niño escuché a mi madre hablando con un hombre de fe acerca de una persona de mal testimonio. Ella dijo «Cómo corregirá Dios a esa persona».
Él le respondió: «Con misericordia. Con gran misericordia».
Incluso siendo un adolescente, yo sabía de lo que hablaba ese hombre: “Dios tratará con ellos con misericordia, al igual que lo hizo con usted… y al igual que lo hizo conmigo. Si no fuera por Su misericordia, ninguno de nosotros habría sobrevivido. Por tanto, es sabio que extendamos esa misma misericordia hacia los demás”.
Ésa es la actitud a tomar cuando le pida a Dios que lo ayude a ver a alguien más como Él lo ve. Cultive esa actitud recordando cuántas veces el Padre ha sido gentil con usted cuando ha actuado mal. Medite en el precio que Jesús pagó para salvarlo cuando aún era un pecador. Después, con esa mentalidad, comience a orar por la persona que le ha costado tanto amar.
En ocasiones, inicio el proceso viendo a esas personas en mi mente y entonces visualizo a Jesús acercándose por detrás de ellos y tomándolos entre Sus brazos. Los veo completamente rodeados de Él. Y pienso: Sí, Señor, es así como Tú me tratas. Me amas cuando no lo merezco. Ayúdame a hacer con ellos lo que Tú hiciste por mí. Sólo permite que yo pueda transmitir la misericordia y la compasión que Tú tienes por ellos.
Quizá usted piense ahora que no puede lograrlo, sin embargo, le garantizo que si da pasos de fe, descubrirá que sí puede. Y verá que entre más crea en el amor que Dios tiene por usted, y entre más lo practique con los demás, más se perfeccionará éste en su vida.