«No tomen parte y no entablen amistad con los hechos e ideas infructuosas de las tinieblas, sino en lugar de ello [permitan que su vida entre en contradicción con éstos] expóngalos, repruébenlos y condénenlos… ¡Despierten, ustedes que duermen! Levántense de entre los muertos y Cristo brillará (amanecerá) sobre ustedes y les dará luz. Por tanto, ¡vigilen cuidadosamente cómo viven! Vivan con un propósito, dignamente y con fidelidad, no como los imprudentes e insensatos, sino sean sabios (sensibles, personas inteligentes); sacando el mayor provecho del tiempo [aprovechando cada oportunidad], porque los días son malos.»
(Efesios 5:11, 14-16, AMPC)
Mientras leía este versículo hace algún tiempo, la frase: “Despiértense, ustedes que duermen”, cobró vida en mí. Esto me hizo recordar que lo cotidiano de la vida puede algunas veces arrullarnos hasta adormecernos en el ámbito espiritual, y provocar que nos durmamos. Sin embargo, creo que el Espíritu de Dios nos hace un llamado para despertar hoy.
Él está diciendo lo mismo que en este versículo: ¡Despiértense, ustedes que duermen! El día del Señor está por venir.
Existen tres cosas que nos librarán con fuerza y gloria de estos tiempos finales malos:
1) La Palabra de Dios.
2) La oración.
3) La dirección del Espíritu Santo.
Usted puede vencer cada situación mala que venga en su contra si conserva su fe fortalecida. Y la clave para lograrlo es sencilla: Permanezca en la Palabra de Dios.
Sea constante en la oración (Romanos 12:12), y así podrá mantener la comunión con su Padre. Sólo converse con Él durante el día y escúchelo. Permanecer en comunicación con Él lo mantendrá fortalecido y verá las respuestas de sus oraciones.
Si usted mantiene su oído espiritual en sintonía con el Espíritu Santo, y obedece esas advertencias en su espíritu, evitará los obstáculos y las trampas del diablo.
Así que, ¡despierte! Salga de esas cobijas de pereza e indiferencia, y tome su posición en Cristo —el Ungido y Su unción—. Sumérjase en la Palabra, en la oración y obedezca al Espíritu Santo. Déle a Dios el primer lugar en su vida, y Él lo mantendrá bajo Su sombra de protección en estos últimos días.