«Orad sin cesar.»
(1 Tesalonicenses 5:17)
Nuestra comunión con Dios es lo mejor que nos ayuda a crecer en la revelación del amor —no sólo cuando oramos o cuando asistimos a la iglesia, sino durante todo el día—. Durante sus actividades cotidianas, establezca citas para conversar con Dios; es decir, ore sin cesar. Desarrolle una consciencia de que Dios se encuentra en su interior y con usted. Permanezca con Él todo el día.
Por supuesto, hay momentos en que debemos hacer oraciones formales de suplica, de petición e de intercesión; sin embargo, no limite sus conversaciones con Dios a sólo ese tipo de oraciones. La oración no sólo es pedir cosas o pedir que las cosas cambien. Ese tipo de oraciones son importantes; no obstante, desarrollar una amistad auténtica y amorosa con su Padre celestial, es vital para tener una vida de fe plena y saludable.
Usted y yo, pudimos haber evitado orar muchas veces para que algo cambiará o fuera vencido en nuestro vida, de haber tenido una íntima comunión con nuestro amoroso Padre celestial —siguiendo Su dirección o como se nos enseña en Efesios 2:10, andando en los buenos caminos que Él preparó para nosotros—.
Podemos vivir de esa manera, si desarrollamos una relación continua con Dios. No de una manera mística o poco realista, sino como debe ser… como la relación que un Padre tiene con su hijo entusiasta, quien está en constante desarrollo y aprendizaje… que hace preguntas y comparte sus secretos… nunca con temor de fallar y de empezar de nuevo… sabiendo que todo el tiempo la sombra, la cobertura y el amor de su Padre y Amigo fiel están cerca… nunca para condenarlo… jamás para acusarlo… sino siempre para honrar la sangre y nombre de Jesús.
¿Le gustaría tener ese tipo de relación con Dios?
¡Le explicaré cuál es la clave! La clave son las oraciones basadas en la PALABRA, realizadas en amor y con fe.
Jesús enseño en Lucas 18:1: «… sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar». Por tanto, confíe en Su PALABRA. Ore y nunca desista ni dé un paso atrás. Converse con el SEÑOR de manera constante, como si fuera su Padre o como si fuera su mejor Amigo.
Él es su Padre y su Amigo, y usted lo sabe. Él estará con usted cuando nadie más lo apoye. Dios lo ama como nadie más en esta vida. Dios es el más inteligente, sabio y poderoso Amigo que alguien pueda tener.
Acéptelo como Su mejor amigo. Y al ser constante en su comunión con Él, obtendrá una revelación más profunda de cuánto Dios lo ama.