«Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!»
(Lucas 2:8-14)
La historia que se relata en estos versículos, no solo forma parte de la historia de la Navidad. Ni tampoco es sólo un dulce mensaje que se escribe dentro de una tarjeta. Es el anuncio más poderoso que se ha enviado desde los cielos. Y con éste se establece para siempre la buena voluntad de Dios para con los hombres.
Observe que el ángel no dijo que Dios tiene buena voluntad para con los hombres algunas veces. Tampoco expresó: “Dios quiere bendecirte hoy, pero quizá mañana no. Uno nunca sabe qué hará Dios”.
¡No! ¡Y mil veces no!
Dios es amor, y Su voluntad para nosotros siempre será buena. Él envío a Jesús a la Tierra para que llevara nuestros pecados y nuestro castigo, a fin de que podamos disfrutar de esa buena voluntad. Jesús lo hizo para que tuviéramos: «…vida… en abundancia» (Juan 10:10). Todo el día, todos los días, y para siempre.
Tal vez alguien replique: “Sí es cierto, ¿por qué le ocurren tantas cosas malas a las personas?”.
Por mucho que Dios desee BENDECIRNOS, no obliga a nadie a escoger Su voluntad. Pues Él no obligará a las personas para que lo reciban o hagan las cosas a Su manera. Aquellas personas que eligen a Dios y se someten a Su buena voluntad son BENDECIDAS. Y quienes no…no son bendecidas.
Sin embargo, rechazar la voluntad de Dios no hace que ésta cambie ni siquiera un poco. La voluntad de Dios permanece firme como una roca. No es un día sí y al día siguiente quizás no. La voluntad de Dios para nosotros siempre es buena.
En 2 Corintios 1:20, leemos: «…todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén…». Por tanto, no permita que el diablo lo haga dudar por un segundo de los maravillosos planes para usted. Determine en su mente y en su corazón que Dios siempre obrará a su favor. Y después grite como los ángeles: «…¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!».