«No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales… Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe…»
(1 Corintios 2:1-9)
“Sé que debo usar mi fe para recibir sanidad. Sin embargo, durante una reunión de milagros, observé que muchas personas que nunca habían ejercido esa clase de fe, obtuvieron su sanidad. Entonces ¿por qué no puedo recibir mis bendiciones de esa misma manera? ¿Por qué debo esforzarme tanto?”.
¿Alguna vez ha escuchado este tipo de cuestionamiento? La pregunta es muy buena; no obstante, muy a menudo causa confusión en la gente, en especial ahora que estamos experimentando grandes derramamientos en la Iglesia. Incluso los ministros se confunden, pues cuando llegan a una reunión y Dios simplemente derrama el don de fe sobre ellos, y comienzan a obrar en poder, —más allá de lo que alguna vez hubieran experimentado—, se dicen a sí mismos: “No hice nada para ejercer esa clase de fe. El Señor de manera soberana me la dio. Entonces creo que ya no debo tratar de desarrollar mi fe, y sólo debo permitir que Dios me la dé según Su voluntad”.
Las personas comienzan a pensar de esa manera porque no tienen la capacidad de distinguir entre la clase de fe que Dios le entregó a cada creyente, y la manifestación especial del don de fe que se describe en 1 Corintios 12.
Es maravilloso y glorioso cuando los dones del Espíritu empiezan a fluir. Es grandioso cuando Dios se manifieste en un lugar con Su propia fe y, por medio de la obra de Su propio Espíritu, logra cosas que ninguno de nosotros alcanzaría; pues no hemos desarrollado suficiente fe. Sin embargo, mantenga siempre en mente que esas manifestaciones especiales del don de fe, no nos fueron dadas para vivir todos los días; es necesario que desarrollemos y usemos nuestra propia fe, a fin de resolver los asuntos cotidianos.
Entonces ¿por qué Dios en algunas ocasiones interviene en ese tipo de necesidades a través de los dones; por ejemplo, en la sanidad? Yo me preguntaba lo mismo hace años. Me percaté que eso sucedía en el ministerio de Kathryn Kuhlman, así que le pregunté al Señor al respecto.
Y Él me respondió: La señorita Kuhlman es Mi enfermera. Tengo bebés espirituales enfermos por todo el mundo. Ellos no saben vivir conforme a la Palabra, ni cómo saben vivir por fe como tú. Y algunos de ellos son tan perezosos que nunca lo sabrán. Sin embargo, deseo su bienestar.
Así que aprenda a distinguir entre la fe que usted está desarrollando y el don de fe. Ambos son necesarios. Usted no desarrolla su fe sólo para sí mismo. El Maestro lo está entrenando para que ayude a los miles de creyentes recién convertidos que vienen al reino de Dios en el derramamiento de los tiempos finales.