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julio 16, 2014

La carta al colaborador de Kenneth

7-14_letterEl Señor me ha bendecido con muy buenos amigos a través de los años, pero los mejores amigos que tengo son las personas que han decidido colaborar con el ministerio. Esas son las personas a las que le escribo una carta cada mes.

Y cada mes, desde la primera vez que escribió su primera carta al colaborador en Febrero de 1986, Kenneth Copeland ha cumplido fielmente con su compromiso de escribir una carta y enviarla a sus colaboradores, año tras año, sin excepción. Esta carta es real, personal y siempre llega en el momento preciso… Porque en lo que concierne a Kenneth Copeland, está escribiéndoles a sus amigos más cercanos.

Un compromiso para toda la vida

Kenneth Copeland aprendió la importancia de escribir una carta años atrás de su padre espiritual, Oral Roberts, una mañana en la que se reunieron por petición del hermano Roberts para que Kenneth lo ayudara a escribir su propia carta. El hermano Roberts levantó su Biblia en alto y le preguntó:

¿Qué es esto?

“Esa es la Palabra de Dios” Kenneth le respondió.

¿Qué es esto? Le preguntó de nuevo.

Kenneth sabía que tenía que darle la respuesta correcta, y trató nuevamente.

“Bueno, es el viejo pacto y el nuevo pacto”

¿Qué es esto? Le preguntó por tercera vez.

“Es la Biblia”

Sin aviso alguno, el hermano Roberts lanzó la Biblia a través del escritorio y golpeó a Kenneth  en el medio del pecho, casi tumbándolo de la silla.

Con la unción sobre él le dijo: “son cartas, y están tan ungidas hoy como lo estaban el día en que fueron escritas.”

¡Cartas!

Esa palabra resonaba en el interior de Kenneth. Y pensó: el nuevo testamento está compuesto en su mayoría de cartas que el Apóstol Pablo le escribió a sus colaboradores en las iglesias de Éfeso, Filadelfia, Galacia, Corinto, Roma, Colosas y Tesalónica — las cartas eran escritas para animarlos, alentarlos y ayudarlos a sobrepasar cada obstáculo.

Luego, el hermano Roberts habló nuevamente:

Y le dijo: “Voy a pedirte que hagas uno de los compromisos más serios que hayas hecho en toda tu vida; quiero que te comprometas con Dios que cada 30 días, por el resto de tu vida, orarás al Espíritu Santo hasta que tengas algo ungido para escribirle a tus colaboradores, de la misma forma que Pablo escribió sus cartas.”

Ese mismo día, Kenneth se comprometió de por vida. El SEÑOR lo motivó a estudiar la carta a los Filipenses — una carta de Pablo a sus colaboradores en el ministerio —, como un ejemplo de cómo el Espíritu Santo podría usarlo para escribir a sus propios colaboradores.

Kenneth explica: “Desde ese momento hasta entonces, he estado escribiendo una carta cada mes a mis amigos colaboradores. No son cartas para conseguir dinero. No las escribo por esa razón. Dios es mi proveedor y Él suple a todas mis necesidades. Escribo las cartas porque quiero bendecir a mis colaboradores, porque ellos comparten mi gracia (Filipenses 1:7), quiero compartir con ellos las revelaciones que Dios me da.”

Estas nos son revelaciones repentinas. Cada carta representa horas y horas de oración de parte del hermano Copeland. A través de ellas comparte personalmente las cosas que el SEÑOR está enseñándole con el deseo de fortalecer y animar a todos los que las reciben.

Kenneth relata: “Agonizo con esas cartas, oro… y oro… y oro… y oro. Luego vuelvo y oro hasta que escucho lo que Dios tiene en su corazón. Algunas veces recibo en la madrugada. Pero una cosa es segura — Espero hasta que escucho del cielo. No sólo me siento y escribo cualquier cosa en el papel.”

Tal vez nadie conoce mejor que los miembros de su familia el tiempo y el compromiso que Kenneth dedica cada mes para escribir la carta a sus colaboradores.

“Mi mamá y papá siempre han estado comprometidos a nuestros colaboradores” dice su hija Kellie Copeland Swisher, quien recuerda haber crecido viendo a su papá escribir a mano la carta para los colaboradores cada mes.

“Siendo niños, siempre estuvimos conscientes de los colaboradores porque nuestros padres hablaban y oraban por ellos todo el tiempo” dice Kellie. “Siempre existía la presencia de los colaboradores en nuestra casa. Su amor y compromiso por los colaboradores también se estableció en nuestros corazones, y a medida que crecíamos esa conciencia se transformó en algo propio en nosotros al llegar a la edad adulta”

Kellie también recuerda cómo su papá invertía horas con bolígrafo y papel en mano, “orando por la carta de los colaboradores hasta que oía del Señor.”

“Nos íbamos de  vacaciones, y si era el momento de escribir la carta, mi papá no hacía nada más hasta que estaba escrita. El no esquiaba. No iba al lago. Él no se levantaba de su silla hasta que la carta estaba terminada. Era como si los colaboradores estuvieran de vacaciones con nosotros. “Y al terminar de escribirla, si él no podía levantar esa carta al cielo y decirle desde su corazón al Señor: ‘Esto es lo que Tú le estás diciendo a tu gente, y es lo que proveerá a sus necesidades — no las mías’, no importaba que tan grandiosa fuera esa carta;  la arrugaba, la tiraba al piso y empezaba de nuevo.”

El latido del corazón del ministerio

Desde sus inicios, la carta al colaborador de Kenneth Copeland no solamente ha sido un estímulo para sus recipientes, sino también una fuerte de verdad y victoria. Por ejemplo: cuando la recesión golpeó al Canadá hace algunos años, una colaboradora de ese país recordó las instrucciones que el Señor le había dado a través de la carta al colaborador de Kenneth Copeland de Febrero de 1992: ¡No te unas a la recesión! Así que no lo hizo. Después de recibir esa carta, el Espíritu Santo la instruyó a tomar el paso adicional de orar que la recesión trabajaría a su favor y no en su contra.

El hermano Copeland recuerda que “la primera cosa que sucedió fue que en vez de ser víctima de la reducción de personal en su compañía como resultado de la recesión, fue promovida a una posición en recursos humanos.” Poco tiempo después, le dieron la oportunidad de terminar con sus estudios, “y mientras el mundo a su alrededor atravesaba la recesión, ella escogió participar de ¡LA BENDICIÓN de provisión y promoción de Dios!”

Más que nunca, las cartas de Kenneth Copeland se han convertido en el palpitar del corazón del ministerio. “Estimo que entre el 85–90 por ciento de lo que predico en las reuniones… lo recibo como parte de la revelación mientras escribo la carta,” dice Kenneth. “Lo he hecho por muchos años y es un flujo y una fuente constante de revelación para mí.”

Hoy en día la carta al colaborador es enviada a casi 300.000 personas alrededor del mundo cada mes, y es una de las herramientas más importantes de los Ministerios Kenneth Copeland. Ésta viaja a todo el mundo, desde la cima más alta al valle más profundo, y a todos los confines de la tierra, fortaleciendo y produciendo miles de testimonios de salvación, sanidad, liberación, restauración y crecimiento.

A pesar de que la mayoría de los materiales de KCM tardan meses en ser producidos, la carta al colaborador es considerada prioridad número uno y toma únicamente algunos días desde su concepción hasta su culminación.

“Estas cartas han cambiado vidas — las de mis colaboradores y la mía” dice Kenneth. “Gracias a  Dios, y al Espíritu Santo que obró a través del Apóstol Pablo y el hermano Roberts, todos hemos sido bendecidos.”

Con el paso de los años, hemos visto que la colaboración es dinámica. La colaboración no es una relación unilateral. Por definición, colaboración significa “Participar en”. Como el Apóstol Pablo dijo, “Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes…por su comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora…Es justo que yo sienta esto por todos ustedes, porque los llevo en el corazón. Tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación del evangelio, todos ustedes participan conmigo de la gracia.” (Filipenses 1:3,5,7)

Si todavía no eres colaborador de KCM, te invito hoy a que te unas a Gloria y a mí como tal. Si tú y el Señor han decidido que éste es el momento para establecer esta conexión de alianza, me gustaría enviarte nuestro Paquete de Nuevo Colaborador. El mismo incluye información detallada acerca de la colaboración y sus beneficios, incluyendo nuestros compromisos contigo. Llámanos ahora a los teléfonos:

1-800-600-7395 (EE.UU.)

+1-817-852-6000 (Internacional)

lunes a viernes / 9:30am – 5:00pm (Hora central de EE.UU.)

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Texto extraído de: Revista LVVC – Edición julio 2014, página 18