fbpx
junio 19, 2014

Invierte tiempo en el trono (por Jesse Duplantis)

6-14_jesseLa gente frecuentemente me dice: “Hermano Jesse, tú tienes una relación extraordinariamente única con Dios, ¿Por qué es así?”.

Pienso que ellos están esperando una gran respuesta filosófica, pero, esa no es la respuesta que les doy. Simplemente les digo lo que te estoy diciendo a ti: “Le dedico tiempo a Dios. Invierto tiempo en el trono”.

Amo estar con Dios, y cuando estamos a solas le pregunto: ¿Cuáles son tus deseos (aspiraciones) Señor?, ¿Dios, qué quieres hacer hoy?. Hablo con Él, y le pregunto cómo se siente.

Conozco muy bien a Dios e invierto tanto tiempo en comunión íntima con Él ante Su trono que puedo percibir cuando Él no se siente bien. Por ejemplo: el otro día entré a mi oficina para mi estudio bíblico y charlar por un momento con el Señor, y me di cuenta que algo estaba mal. Así que le pregunté: “¿Señor, pasa algo malo?”.

“Así es… tú me conoces Jesse”, me respondió.

Y le pregunté: “¿Qué pasa Señor?”.

«Mi pueblo me ha desobedecido hoy», respondió.

Percibí que estaba herido de la misma forma que sé cuando mi esposa Cathy se siente herida, pues lo conozco. He pasado muchas horas junto a Él; lo he escuchado reírse, hablar, y hasta ha compartido secretos conmigo.

Ahora, me imagino que estos comentarios te pueden molestar, o ciertamente indignar a algunos teólogos. Sin embargo, ese mismo tipo de relación íntima está disponible para cualquier persona que invierta tiempo en el trono.

No tendrás ese tipo de experiencias sentado en una banca de la iglesia, porque que estás muy ocupado aprendiendo acerca de Dios. Ese es tiempo de enseñanza. La iglesia es donde tú aprendes acerca de Dios  para hacer Su voluntad, obedecer Sus mandamientos y seguir Sus estatutos en la Tierra. Sin embargo, el tiempo invertido en el trono no es lo mismo que ir a la iglesia. Muy a menudo, las personas lo mal interpretan: piensan que como ya fueron a la iglesia o asistieron a una reunión especial, están pasando tiempo de calidad con Dios. No; sólo pasaron tiempo con un maestro de Dios —y no tiempo de calidad con Dios mismo—. Por supuesto, puedes sentir la presencia de Dios en un servicio en la iglesia, y espero que así sea. También puedes correr, gritar y alabar a Dios en medio de la iglesia; no obstante, eso no califica como tiempo invertido en el trono.

Cuando conociste por primera vez a tu mejor amigo, comenzaste a conocerlo poco a poco. Y mientras transcurrió el tiempo, empezaste a conocerlo mejor. Y eso también aplica a tu relación con Dios. Mientras desarrollas más intimidad con Él, comenzarás a conocerlo de una forma completamente nueva.

Dios quiere tener comunión contigo

Para hacer la voluntad de Dios sobre la Tierra, tienes que invertir tiempo en el trono; es decir, tener comunión con el Padre. Primera de Juan 1:3 dice: «Así que, lo que hemos visto y oído es lo que les anunciamos a ustedes, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Porque nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo». Juan, el discípulo amado, tenía comunión con Jesús. El montó en burros con Él. Cenó con Él. Incluso durmió en la misma casa que Jesús. Quizá pienses que Juan conocía en realidad al Señor. Sin embargo, existen tantas caras del Señor, que nunca las alcanzaremos a conocer y a comprender por completo.

Nota la forma en la Juan que se expresó en sus escritos, cuando estuvo en la Isla de Patmos: «Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último…» (Apocalipsis 1:10-11).

Juan dice: «Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…», porque él nunca había visto o escuchado a Jesús de esa forma. También nos explica que lo vio en un trono alto y sublime, y que el borde de Sus vestiduras llenaba el templo. En ese momento, en ese día del Señor, Juan estaba teniendo comunión con Jesús. No era tiempo de enseñanza; era un tiempo a solas entre Juan y Jesús.

Cuando estoy en el Espíritu, es un tiempo de comunión entre Jesse y Jesús. Yo digo: “Hola Jesús”, y Él me contesta: Hola Jesse. Una vez que experimentas tiempo en el trono, querrás invertir más tiempo en ese lugar.

El tiempo invertido en el trono no está diseñado como una reunión de oración. En mi tiempo ante el trono, no le pido a Dios que conteste tal o cual oración, ni que supla alguna esta o aquella necesidad. Sólo voy delante del trono a hablar con Dios. A Él le gusta; y en medio de ese tiempo me revela respuestas a interrogantes que tengo en mi corazón y en mi mente. Se obtienen revelaciones poderosas durante el tiempo del trono —y no en el tiempo de la iglesia—. En la iglesia es donde aprendes acerca de las cosas de Dios para llevar a cabo Su misión. En cambio, el tiempo que inviertes en el trono es un buen rato entre tú y Dios, charlando juntos de lo que deseen.

Rehúsate a estar confundido

Cuando visitas el trono regularmente, vendrá claridad a tu mente. Muchas personas se confunden cuando Dios les da entendimiento, porque las verdades espirituales deben discernirse con el espíritu. En otras palabras, no puedes entender una verdad espiritual con tu intelecto. A medida que inviertas más tiempo en el trono y rechaces la confusión, tomarás decisiones sin siquiera debatirlas con Dios. Pues sabrás lo que debes hacer, y lo harás sin razonar o dudar.

Éso nos sucedió a nosotros hace poco. Mientras me encontraba de viaje le pedí a Cathy que buscara un terreno con un buen edificio. Ella encontró una propiedad con un gran edificio que estaba valorado en un millón de dólares. Cuando me lo mostró, le dije; “¡Cathy, ése es un edificio que cuesta un millón de dólares!”.

“Lo sé, pero podemos comprarlo por USD $250.000”, me respondió.

Me reí, y le dije: “No podrías ni siquiera comprar el primer piso con esa cantidad”.

Luego, escuché al Señor decirme que me quedara tranquilo porque Cathy estaba en una misión. Como puedes ver, Cathy había escuchado de Dios. Así que cuando habló con los dueños del edificio, ellos estaban muy ansiosos por venderlo, y acordaron venderlo en USD $250.000. Después de darme la noticia, Cathy me dijo: “Ahora entra a tu oficina, y ora por eso, porque tú eres el que tiene que pagar ese dinero”.

Y así lo hice. Comencé a orar diciendo “Dios…” cuando de repente Él me interrumpió y dijo: «Jesse, tú puedes pagar USD $250.000, pero Yo pagaré USD $240.000».

Al salir de mi oficina le di la noticia a Cathy, y ella mi dijo: “Eso es lo más absurdo que he escuchado. Entra a tu oficina, y ora otra vez”.

“Mujer, eso fue lo que el Señor me dijo”, le respondí.

“¿Y qué significa eso”, me preguntó.

“No sé lo que significa, sólo cierra el trato”, le contesté.

Cerramos el negocio con nuestro abogado y sólo quedaba una cosa por hacer —explicarle a los arrendatarios  de la propiedad que no renovaríamos sus contratos de alquiler. Compramos el edificio por USD $250.000, y resultó que luego de finalizadas las cuentas, los arrendatarios debían USD $10.000 de alquiler. Y después de que ellos nos pagaron ese monto, la cantidad que pagamos por el edificio y el terreno fue exactamente la misma cantidad que Dios había dicho —nosotros podíamos pagar USD $250.000, pero Él estaba pagando sólo USD $240.000—.

Invertir tiempo en el trono trae como resultado una fe inquebrantable

La primera vez que escuché a Dios decirme: “Tú puedes pagar USD $250.000, pero yo pagaré USD $240.000”, no tenía ningún sentido para mí. Sin embargo, estaba seguro que había escuchado a Dios, pues ya había invertido suficiente tiempo en el trono para reconocer Su voz. Y también porque tengo la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), la cual es una mente que piensa con claridad total. A medida que visites con más frecuencia el trono, tú también podrás experimentar ese mismo tipo de discernimiento. Cuando tú visitas el trono, no regresarás con ideas conflictivas  acerca de cómo afrontar la vida. Tantos cristianos tienen distintas formas de ver la vida. ¿Por qué? Porque no han invertido suficiente tiempo en el trono. Romanos 12:2 dice: «Y no adopten…sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto». Cuando invierto tiempo en el trono, no importa si Dios me pide que haga algo que parece imposible de alcanzar; lo haré pues no tengo pensamientos conflictivos. Mientras más tiempo inviertas en el trono, menos tiempo gastarás dudando.

Por ese motivo no dudé cuando Dios me dijo: “Yo pagaré USD $240.000” por esa propiedad con ese hermoso edificio. Tenía fe que había escuchado correctamente, y tenía fe para creer que Él haría lo que había dicho. Ese tipo de confianza sólo la puedes obtener al invertir tiempo en el trono.

Vivir dentro de la voluntad de Dios requiere de una fe inquebrantable. Cuando inviertes tiempo en Su trono no discutirás, sino que harás decisiones. Tu fe nunca vacila. Y saltarás del ámbito de sólo creer, al de saber; y una vez allí, tendrás la capacidad y el poder.

Durante una de mis sesiones en el trono con Dios le pregunté: “¿Por qué tienes tantos nombres?”.

Porque Soy muy grande, me contestó.

Queria más asi que le pregunté “¿Podrías explicármelo de una forma más clara?”

Entonces Él me respondió: Tengo muchas facetas que el cerebro humano no puede comprender, y la forma en que las enseño es a través de palabras. De esa manera, Mis hijos pueden tener un concepto de Mí, pues la mayoría de ellos nunca me visitan, sólo visitan mi casa.

Aparta tiempo hoy para visitar a Dios en Su trono. Dedícale tiempo de calidad y sin interrupciones, de modo que puedas comenzar a vivir en la voluntad de Dios sobre la Tierra. Él está esperándote.

Jesse Duplantis es presidente y fundador de los Ministerios Jesse Duplantis, con oficina central en Louisiana, y oficinas en el Reino Unido y Australia. Es uno de los autores de mayor venta de Libros y conductor de un programa televisivo que se transmite semanalmente. Para obtener materiales del ministerio y mayor información, escribe a: Jesse Duplantis Ministries, P.O. Box 1089, Destrehan, LA 70047, llama al teléfono 1-985-764-2000 o visita jdm.org.

Texto extraído de: Revista LVVC – Edición junio 2014, página 24