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Relaciones

¿Cómo puedo ser una buena influencia para mis hijos?

Tus hijos son preciosos para ti. Los amas tanto que quieres que crezcan y maduren para que lleguen a ser adultos felices, sananos y exitosos. Sin embargo, vivimos en una época en la que cada día hay más y más tinieblas en el mundo. Lo cual, desafortunadamente hace que vivir en Santidad sea un reto; incluso, algunos cristianos le están abriendo la puerta al enemigo al involucrarse en el mundo del espectáculo inmoral y sus actividades. Estas personas piensan que eso no les hace daño; sin embargo, nadie puede alimentarse de la basura del mundo sin ser afectado.

Si no peleamos la buena batalla de la fe, el diablo vendrá para saquear nuestros hogares y llevarse nuestros hijos. ¿Ya te diste cuenta que vivir un estilo de vida de santidad está íntimamente ligado con el entorno que rodea a tus hijos? Ahora bien: si cuando asistes a la iglesia te expresas correctamente y te ves bien enfrente de las personas y al llegar a casa vives de una manera diferente, lo que en realidad estás haciendo es que a tus hijos se les haga difícil tomar en serio las cosas de Dios.
En la etapa de crecimiento, los hijos aprenden más viéndonos que escuchando lo que les decimos. Ellos nunca olvidarán lo que ven en el hogar. La santidad le permite a Dios trasladarte de la obscuridad del mundo a una vida que mereces vivir para Él. Al tomar decisiones, no las tomamos sólo para nosotros. En Deuteronomio 30:19, leemos: «…he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan». Las decisiones que tomamos no sólo nos afectan a nosotros sino a nuestros hijos.

Si no les enseñas a tus hijos lo que la Palabra de Dios nos indica acerca de lo que es moral e inmoral, puedes estar seguro que el mundo les hará saber su punto de vista. Préstale atención a la forma en que otras personas influyen en sus vidas. Habla con tus hijos y monitorea todo lo que escuchan y ven. Prepáralos para vivir como le agrada a Dios en su vida cotidiana al leer la Palabra, orando e invirtiendo tiempo con Él. ¡La mejor enseñanza para tus hijos es que lleves una vida agradable para Dios! Es probable que olviden tus palabras, pero nunca olvidarán tus acciones.