«El SEÑOR os prospere, a vosotros y a vuestros hijos»
(Salmos 115:14, LBA).
Si yo tuviera que resumir la voluntad de Dios para nuestra vida en una sola palabra, podría escoger el término: prosperar. A través de la Biblia, Dios manifiesta de forma clara el deseo de prosperarnos en todas las áreas de nuestra vida. Él anhela que seamos prósperos, tanto en el ámbito físico como en el espiritual, en salud y en fuerza. Y quiere que recibamos bendiciones de toda clase.
Eso significa que no importa cuán exitosos hayamos vivido, en nuestra vida de amor hasta este momento, Dios puede seguir aumentando ese éxito; y ayudarnos a vivir en amor cada vez ¡más y más!
De hecho, descubrí que cuando nos referimos a las cosas del espíritu, jamás nos estancamos. Siempre nos estamos moviendo, ya sea que avancemos o retrocedamos, que progresemos o empeoremos, que aumentemos o disminuyamos… pero nunca permanecemos igual.
Eso se debe a que en el curso diario de la vida, tenemos dos opciones: tener o no una comunión con Dios. Practicar o no nuestra comunión de manera continua a través de la oración y de la PALABRA… o no la estamos poniendo en práctica. Si lo estamos haciendo, Dios, constantemente nos añadirá bendiciones. Y de igual manera, profundizará nuestra revelación de Su amor, y aumentará nuestra fuerza espiritual. Y como resultado, nuestra vida dará fruto más abundante, recibiremos cada vez más con mayores BENDICIONES.
Por otro lado, si pasamos nuestros días sin alimentarnos de la PALABRA o dejamos de invertir tiempo en oración, comenzaremos a decrecer. Recuerde que el diablo no toma vacaciones. Nos presiona en algún área de la vida todos los días. Por tanto, si no mantenemos una comunión continua con Dios, el enemigo comenzará a tomar la delantera. Nuestra carne tomará el control. Y los viejos hábitos de desamor, de los cuales ya hemos sido liberados, empezarán a resurgir en nuestra vida. El egoísmo del mundo, comenzará a llevarnos en la dirección incorrecta.
Si continuamos así, ocupándonos sólo de nuestros asuntos; sin dedicarle tiempo a Dios, cuando nos demos cuenta, estaremos metidos en problemas. Oraremos y le suplicaremos a Dios por ayuda, y mientras le pidamos ayuda sentiremos que en todo ese tiempo, Él ni siquiera nos escucha.
Sin embargo, el problema no es que Dios falle en escucharnos. Somos nosotros quienes fallamos en escucharlo a Él. Por esa razón, necesitamos permanecer en contacto con el SEÑOR todos los días. Es por ello que debemos orar, y buscar Su rostro; no sólo cuando atravesamos problemas, sino todo el tiempo.
Mantener nuestra comunión con Dios es lo más importante que podemos hacer. Si lo convertimos en nuestro objetivo primordial, experimentaremos Su el cumplimiento de Su maravillosa voluntad para nuestra vida. Seguiremos creciendo más y más en espíritu, alma y cuerpo. Y continuaremos creciendo en victoria día a día.