Asegúrate de diezmar con una actitud de alabanza y adoración. Luego, sé paciente y espera que el Señor abra las ventanas de los cielos, y derrame sobre tu vida bendición hasta que sobreabunde (Malaquías 3:10).
Sin embargo, para saber que tu bendición está en camino; necesitas depender de la fe, y no de lo que ven tus ojos. El apóstol Pablo nos anima en Gálatas 6:9, a que: «No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos». Alimenta tu diezmo con fe, hasta que llegue tu temporada.
Recuerda, tus ofrendas son tu semilla. Y si la arrancas con incredulidad y duda, no recibirás ninguna cosecha. Es más fácil arrancar una semilla, que un árbol que ha crecido y tiene raíces (Proverbios 12:3). Y los esfuerzos que Satanás realiza, están enfocados en detener el tiempo del crecimiento.
Así que, permanece firme en la fe. Cree por tu cosecha. Pues la semilla CRECERÁ, y el Señor te dará como cosecha buenos resultados —cuando Él decida que la cosecha está lista—.