Todos queremos crecer espiritualmente, y algunos creen que cuando atravesamos adversidad, es cuando más crecemos. Sin embargo, en Romanos 10:17 encontramos que la fe viene del oír, y el oír proviene de la Palabra de Dios. Entonces, ¿qué papel podría juega la presión para madurar como creyentes, y en dónde debemos enfocar la atención para nuestro crecimiento espiritual?
La Biblia dice en Santiago 1:13: «Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie» (RV95). Entonces, contrario a los pensamientos populares, la forma que Dios utiliza para ayudarnos a crecer espiritualmente, no es a través de los problemas. De hecho, de acuerdo con las Escrituras, la maldad es una de las herramientas de Satanás, no del Señor. Jesús enseñó en Juan 10:10: «El propósito del ladrón es robar y matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante» (NTV).
El Señor desea que tengamos vida en abundancia, y nos ha provisto con dos cosas primordiales para nuestro crecimiento espiritual: Su Palabra y Su Espíritu Santo (2 Timoteo 3:16-17 y Juan 16:13). Nuestra fe puede desarrollarse en medio de la presión, y de las circunstancias de la vida; sin embargo, si la Palabra de Dios y el Espíritu Santo están ausentes, esas circunstancias te destruirán en lugar de edificarte. Y ése es precisamente el deseo de Satanás cuando lanza su ataque.
En Lucas 6:49, Jesús dio el ejemplo de una casa que no estaba fundada sobre la roca cuando la tormenta la golpeó. El río la golpeó con violencia; y de inmediato colapsó, dejándola completamente en ruinas. Sin embargo, la casa que estaba fundada en la roca, no cayó cuando la tormenta llegó; pues el hombre excavó profundamente para poner el fundamento sobre la roca —la Palabra (versículo 48)—. En esta parábola podemos ver que cuando los tormentos llegan a la vida, es muy tarde para querer poner un fundamento profundo. Sin embargo, cuando edificamos nuestro fundamento en la roca, la cual es la Palabra de Dios, antes de que golpee la tormenta, ¡podremos salir victoriosos de cualquier situación!
Si no dependemos de la Palabra de Dios y de la relación con el Espíritu Santo, las circunstancias de la vida sólo servirán para destruirnos en lugar de ayudar a edificar nuestra vida. En resumen, si ves algún crecimiento en medio de la adversidad, será gracias a la Palabra de Dios y Su Espíritu Santo (y no a tus luchas), pues te dieron el crecimiento para guiarte hacia una mayor madurez. Así que, nuestro enfoque debe estar en desarrollar nuestra fe en la Palabra de Dios por medio del Espíritu Santo. Este tipo de vida siempre dará como resultado un crecimiento —¡con o sin adversidad!—.