«¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado,
e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?»
(Hebreos 10:29).
Cuando no perdonamos a nuestros hermanos creyentes, negándonos a amarlos por algo que hayan hecho; deshonramos la sangre de Jesús. Ése es un tema muy serio, pues nos coloca en posición de ser juzgados y castigados. No podemos escapar a ese castigo suplicando misericordia, pues la misericordia se recibe por medio de la sangre. Y cuando nos negamos a extender misericordia no podemos recibir ese beneficio.
Recuerda el día en que nació de nuevo e hizo la siguiente oración: Padre, perdona mis pecados. Acepto a Jesús como mi SEÑOR. Por favor, entra a mi corazón. ¿Por qué el Padre no lo rechazó? ¿Por qué no le dijo: No, no quiero que formes parte de esta familia de fe, puedes estropear las cosas. Sé qué has hecho y no quiero un hijo así?
Le diré por qué Dios no dijo eso. Porque honró la sangre de Jesús más que a sus pecados. Dios consideró esa sangre tan preciosa que la contó como pago suficiente por la deuda que usted tenía con Él. En lo que al Señor respecta, cuando la sangre de Jesús fue derramada, el problema del pecado fue resuelto para siempre. Los pecados fueron perdonados de una vez por todas. Sólo debe recibir ese beneficio es recibir a Jesús como Señor para recibir ese beneficio.
Ahora que ya hemos recibido esos beneficios, es un mandato divino que perdonemos a los demás, de la misma manera en que Dios nos perdonó por medio de Cristo (Efesios 4:32). Eso significa que debemos poner la sangre de Jesús por encima de los pecados de las personas. Significa que tenemos que valorar la sangre de Jesús, y ver esa sangre como pago suficiente; por cualquier ofensa que una persona cometa. Es necesario amarnos de manera incondicional, y perdonarnos el uno al otro; no porque lo hayamos ganado o lo merezcamos; sino porque tenemos un pacto con Dios y con las demás personas por medio de la sangre de Jesús. No hagamos nada que deshonre la sangre de Jesús.
Cuando usted comprenda lo serio que es deshonrar la sangre de Jesús, no se dejará manipular por sus emociones cuando alguien le haga daño. En lugar de permitirle a sus sentimientos carnales e insensatos que lo dominen, levántese en el espíritu y honre la sangre de Jesús. Su Sangre será razón suficiente para perdonar a su hermano. A través de la fe en esa Sangre, le ofrecerá a los demás el perdón que Dios le extendió a usted.