«Y por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra,
Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró
a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará… Y quitará
Jehová de ti toda enfermedad…»
(Deuteronomio 7:12-13, 15).
Si usted cree en la Biblia, entonces no puede separar el amor de Dios de la sanidad y de la prosperidad. En toda la Biblia, desde el primer libro hasta el último, Dios expresa Su deseo de sanar, prosperar, proteger y librar a todo Su pueblo obediente.
Meditemos en este hecho, hasta que en nuestro pensamiento, LA BENDICIÓN esté tan ligada al amor de Dios por nosotros que nadie pueda disuadirnos de lo contrario. Debemos tenerlo bien claro en nuestro corazón, al punto de que simplemente nos causen risa las viejas mentiras religiosas que afirman que Dios nos mantiene enfermos para enseñarnos algo, o que nos hace vivir en pobreza porque nos ama. Con el debido respeto que merecen quienes sin darse cuenta, han sido engañados por esas religiones; debo manifestarle que, bajo la luz del conocimiento de la PALABRA de Dios, esas doctrinas son tontas.
Se lo digo de forma compasiva, pues yo también las creí. Me criaron en una iglesia donde pensaban que ya había pasado el tiempo de los milagros. (Voy a admitir que no era muy buen miembro, pero asistía de vez en cuando). Ellos enseñaban que Dios dejó de sanar en el instante que el último apóstol murió. Yo pensé que tenían razón, porque no sabía algo mejor. Pero ahora que conozco las verdades bíblicas, esas ideas suenan absurdas para mí.
Dios siempre ha sanado y ha obrado milagros para Su pueblo. Por tanto, los milagros no podrían desaparecer sin que Dios los someta a un cambio significativo. Y nosotros sabemos que eso es imposible porque en las Escrituras se nos muestra que no hay sombra de variación en Él. El SEÑOR siempre es el mismo. Dios siempre ha sanado desde el Antiguo Testamento hasta el ministerio de Jesús, y a través del libro de Hechos.
¿Puede imaginarse a Dios anunciando esto un día?: Hoy a media noche, la sanidad dejará de existir. Será mejor que cada uno de ustedes escoja otro plan de salud, porque me retiro del negocio de la sanidad. Yo sé que dije que Soy el Dios que sana en Éxodo 15:26, pero he decidido que ya no seré ese Dios.
¡Eso es ridículo!, ¿no cree? ¿Cómo podría el Dios que siempre ha sanado, prosperado y BENDECIDO a Su pueblo; dejar de hacer esas cosas? ¡No podría!, ¡No lo ha hecho!, ¡Y jamás lo hará! LA BENDICIÓN es una eterna expresión de Su inalterable amor.