«Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.»
(2 Corintios 3:18, NTV)
Como hijos de Dios, usted y yo debemos crecer a la imagen de Jesús. Con cada día que transcurre debemos hablar, pensar y actuar más como Él. En lugar de llorar atemorizado por las tormentas de la vida que vienen contra nosotros, necesitamos aprender a tomar autoridad sobre éstas. Debemos confesar lo mismo que Jesús: Calla y enmudece.
Algunos amigos piensan que imaginar que podamos llegar a ser como el SEÑOR es una blasfemia. Sin embargo, en el Antiguo Testamento se nos afirma con claridad que ése es nuestro destino. Jesús mismo afirmó: «El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre» (Juan 14:12).
El apóstol Pablo escribió que estamos: “…predestinados para ser conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29, NAS), y para que: «…crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efesios 4:15).
El apóstol Juan lo expresó de esta manera: «…como él es, así somos nosotros en este mundo» (1 Juan 4:17).
Estas escrituras son sorprendentes y todo creyente por instinto sabe que son ciertas. Nuestro espíritu al instante da testimonio de que hemos nacido de nuevo para ser como Jesús. Dios desea realizar a través de nosotros ¡las mismas cosas que realizó a través de Él!
En ocasiones, algunos de nosotros lo hemos logrado. Hemos vivido momentos en los que experimentamos la vida, y el poder de Dios fluyendo sin obstáculos a través nuestro. Pero aún no estamos viviendo a ese nivel todos los días. ¿Por qué? ¿Qué estamos olvidando?
La plenitud del amor de Dios.
El amor es la clave de todo. Debido a que Jesús es el amor hecho carne, ser conforme a Su imagen significa adoptar la imagen del amor. Por consiguiente, entre más lo contemplemos a Él en nuestro corazón y nos percatemos de que hemos nacido de ese amor, más plena será la revelación de Jesús en nosotros.
Hace algún tiempo, el SEÑOR me indicó que necesitamos desarrollar, a un nivel más alto, la revelación que hemos recibido acerca de que Dios es amor y que Su amor se encuentra en nosotros, a fin de que lo utilicemos. Él me dijo: A medida que desarrolles y ejerzas ese amor, no sólo te llenará, sino eliminará el temor de tu alma. Una vez que el temor sea expulsado, comenzarás a dar pasos de fe y a vivir de una manera que el mundo no puede explicarse. Y se preguntarán: ¿Quién es ése que incluso detiene y calma las tormentas? Ellos verán en nosotros al mismo Jesús y a Su imagen de amor.