«…pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien»
(Salmos 34:10, RV95).
Dios siempre ha deseado que Su pueblo viva en abundancia. Incluso en el libro de Deuteronomio, Él expresó que Su pueblo viviría en una tierra donde tendrían buenas casas y en la cual no habría escasez. Dios nos ha declarado que todo lo que Él posee es nuestro. El Señor describió en Su Palabra todo lo que nos pertenece a usted y a mí.
¡Y esos recursos no se agotan! Dios anhela que usted goce de abundancia, que viva en una buena casa, y que tenga el automóvil que necesita. El Señor quiere que sea tan bendecido que ni siquiera piense en esas cosas. De modo que pueda pensar sólo en Él, en lugar de preocuparse por que su automóvil circule otros 80 kilómetros.
Él anhela que Su familia sea suplida de una manera abundante, a fin de que lo sigan en Su forma correcta de ser y actuar. Soy consciente que el dinero es necesario para vivir, viajar y realizar cualquier otro tipo de actividades. También se necesita dinero para que las personas conozcan a Jesús. Y ¡Dios cuenta con ese dinero! Pues Él no se encuentra en la bancarrota.
No obstante, el problema no radica en que al Señor le falten los recursos, sino en que Su pueblo no ha creído todo lo que Él afirma en Su Palabra con respecto a la prosperidad. Lo que se interpone para impedir que creamos y recibamos se encuentra justo en medio de nuestros oídos: la razón. Cuando Jesús le preguntó a Felipe cómo alimentarían a las 5,000 personas, él comenzó a razonar.
Analizó y miró lo que era posible. Y le respondió: “Señor, si tuviéramos doscientos denarios para comprar pan; ni siquiera nos alcanzaría porque no habría suficiente para alimentar a la gente”. Pero, Jesús ya sabía qué sucedería. Él no estaba dirigiendo Su mirada a ninguna cosa, sino a Dios Padre. Es el mismo Dios al que usted y yo estamos conectados hoy.
Él sabe cómo multiplicar, bendecir y prosperarnos a usted y a mí ahora. Dios sabe cómo realizar las cosas. Tenemos la tendencia a desatar nuestra fe conforme a lo que vemos, y creemos que eso podría suceder con un poco de ayuda de parte de Dios. Por ejemplo, algunas personas tienen fe para obtener el dinero de las mensualidades de una casa y otras para recibir la casa.
Algunos declaran: “Señor, creo que puedo hacer este pago, el pago de mi automóvil y el de mi casa”. ¿Por qué no simplemente creen por la casa?
Vaya más allá de lo razonable. Sin embargo, si ya adquirió un préstamo, pague las mensualidades de su automóvil o de su casa; e incremente su fe. Permita que Dios lo multiplique y sea su fuente de ingresos. Termine de cancelar esos pagos de una manera sobrenatural; y la próxima compra, realícela al contado.
Fundamente su fe y oración en lo que asegura la Palabra, y no en lo que usted cree que es posible en este ámbito natural.
Porque de acuerdo con la Biblia, todas las cosas son posibles para Dios y también para el creyente. ¡Dios y el creyente conforman una pareja invencible! Así que no se conforme sólo con realizar un pago de fe cuando puede tener una fe que lo tiene todo.
Declare la Palabra:
Yo busco al Señor, y ninguna cosa buena me falta
(Salmo 34:10, RV95).