«Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.»
(Romanos 8:1)
Hemos estado cometiendo un grave error, el cual nos ha perjudicado en el pasado y nos ha impedido obtener la victoria: Hemos permitido que el diablo nos ponga bajo condenación.
La condenación de la mente carnal debilitará el espíritu del ser humano. Y aún así, la mayoría de veces utilizamos la condenación sobre nosotros mismos y sobre los demás.
Eso sucedió conmigo. Peleé contra los cigarrillos con todas mis fuerzas; no obstante, fumaba más de los que tiraba. Sabía que no debía continuar con ese hábito. Sin embargo, después de ser salvo, de fumar una cajetilla y media al día, llegué a fumar tres paquetes.
Algunas personas decían que eso probaba que yo no era salvo, pero estaban muy equivocadas: yo había nacido de nuevo y ¡lo sabía!
Dos meses y medio más tarde, recibí el bautismo del Espíritu Santo y hablé en otras lenguas. Y aún continuaba peleando contra ese mal hábito con todas mis fuerzas. ¿Por qué? Porque mi espíritu trataba de hacerme creer en Dios y renunciar a éste; en cambio, mi cuerpo peleaba por continuar con sus mismas costumbres.
Cada vez que encendía un cigarrillo me desgarraba por dentro; pues era consciente de que no era correcto.
Un día, fui a una reunión en Houston, Texas, y escuché a un hombre ungido de Dios predicar que Jesús volvería. Sabe, en la Biblia se afirma que cuando un hombre deposita su esperanza en la venida de Jesús será purificado; y eso hizo la Palabra por mí. Salí caminando de esa reunión sin necesidad alguna de fumar tabaco. Los años han transcurrido y desde entonces no he tenido deseo alguno de volver a fumar.
Si ha estado luchando en contra de algo, necesita que su espíritu se desarrolle, y debe volverse diestro en la Palabra de justicia con respecto a la condenación.
Aprenda a confesar: No hay condenación para los que están en Cristo Jesús —y yo estoy en Él—. Por tanto, no hay condenación para mí ¡Alabado sea Dios! Estoy viviendo conforme a las instrucciones de mi espíritu y no según los deseos de mi carne.
Dentro de poco, usted será libre de esa situación… y de la condenación.