«¡Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los dioses, porque para siempre es su misericordia.»
(Salmos 136:1-2)
En el Antiguo Testamento, el término misericordia se utilizaba para referirse al amor ágape, es decir, el amor de Dios. Gracias a que Él es misericordioso, es bueno con quienes no merecen esa bondad. Y debido a que Él es misericordioso, nos otorga LA BENDICIÓN, y más favor del que podríamos merecer. Su misericordia hizo que Él mismo interviniera enviando a Jesús para que pagara el precio por nuestros pecados… a fin de darnos las recompensas de justicia que sólo Él merece.
La misericordia es una cualidad que sólo se encuentra en Dios. Así como Él es amor, también es misericordia. No existe misericordia fuera del Padre, Él es la fuente de toda misericordia. Por tanto, toda la misericordia que recibimos, en realidad la recibimos del Padre. La misericordia es siempre y para siempre un don de Dios.
En realidad, la misericordia es una parte inalterable de la naturaleza del Señor. En el hebreo original del Salmo 136, sólo dice: “Den gracias al SEÑOR, ¡porque Él es bueno! Su misericordia es para siempre”. La palabra perdura ni siquiera se encuentra en el hebreo. Los traductores la agregaron en un intento de magnificar el hecho de que la misericordia de Dios es infinita. Para que Su misericordia desaparezca, Dios mismo tendría que desaparecer; pues Él es bondad y misericordia para siempre.
Dios derrama de Su bondad en cada área de su vida. Él no sólo tiene misericordia de usted en el área espiritual, no sólo perdona sus pecados, y después declara: “Muy bien, eso es todo lo que recibirás de Mí. Te he librado del pecado y te llevaré al cielo, sin embargo, tendrás que soportar esa enfermedad en tu cuerpo. Después de todo, tú te la buscaste por tu propia negligencia. Por tanto, no te sanaré”.
Para que Dios diga algo como eso, Su misericordia ¡tendría que dejar de existir y obrar! Y de acuerdo con la Biblia, eso es imposible. Porque la misericordia de Dios ¡perdura para siempre!
Además, en el Salmo 145 leemos que Él está lleno de misericordia y de compasión. Si el Padre lo abandonara después de librarlo del 60 o 70 por ciento de sus aflicciones, significaría que sólo fue misericordioso en un 60 o 70 por ciento, ¿cierto? Pero eso es imposible, pues en la Biblia se nos asegura que Él es 100 por cierto misericordia, ¡Él es 100 por ciento misericordioso todo del tiempo!
Lo único que puede estorbar la misericordia de Dios en su vida es que usted falle en recibirla. Por tanto, ¡no intente obtenerla en sus propias fuerzas! Tenga fe y confíe en Él, pues esto le abre la puerta a la misericordia de Dios en cada área de su vida. Y al igual que el salmista, usted también estará declarando a gran voz: “El SEÑOR es bueno, y Su misericordia ¡perdura para siempre!”.