«Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros»
(Mateo 5:10-12).
El secreto para vencer la persecución lo encontramos en Mateo 5:10-12.
No se deprima cuando ésta aparezca, tampoco se desanime ni se enoje. ¡Mejor regocíjese y alégrese! No sólo debe alegrarse, es necesario que ¡se alegre en gran manera! En Lucas 6:23, se profundiza este mandamiento: «Gozaos en aquel día, [de persecución] y alegraos, porque, he aquí vuestro galardón es grande en los cielos…».
Días después de percatarme de esa instrucción bíblica, alguien llegó a mi oficina y me contó que habían escrito algo muy malo en nuestra contra. Entonces, simplemente tomé ese versículo de manera literal, me levanté de la silla y comencé a saltar de gozo, y gritaba: ¡Alabado sea Dios, gozo, gozo, gozo!
Estoy segura que la persona que estaba sentada del otro lado de mi escritorio, se sorprendió por mi reacción. No obstante, no me importó; ya que la Palabra obró en mí.
Descubrí que no se puede saltar de gozo, expresar alabanzas a Dios y estar deprimido al mismo tiempo.
Recuérdelo la próxima vez que venga la persecución a su vida, y el gozo arruinará todos los planes del enemigo.
Satanás piensa que ya encontró la manera de dañarlo con esa persecución. Cree que lo desanimará y que detendrá su ministerio.
Pero si usted de inmediato saltara de gozo… si creyera lo que Jesús declaró, y gritara: “Alabado sea Dios, soy bendecido”. La situación cambiaría a su favor; sería el diablo quien se desanimaría y no usted. Satanás envió esa persecución para detenerlo, y no para bendecirlo. ¡Imagínese cuán frustrado estaría el diablo!
Declare la Palabra:
Por la justicia me regocijo y me alegraré cuando sea perseguido, porque el Reino de los cielos me pertenece (Mateo 5:10-12).