«Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón; no sea que Jehová lo mire, y le desagrade…»
(Proverbios 24:17-18)
En la Biblia se nos enseña que Dios tiene: «…voluntad para con los hombres» (Lucas 2:14), y si vamos a vivir conforme a Su amor, nosotros también debemos tener buena voluntad para con los demás. No sólo con quienes son buenos con nosotros y hacen lo que nos agrada, sino también con quienes nos hayan hecho daño. No nos demos el lujo carnal de desear que alguien los lastime, de la misma forma que ellos lo hicieron con nosotros. Y tampoco debemos alegrarnos cuando escuchemos que están pasando por tiempos difíciles.
En las Escrituras leemos que Dios se desagrada de ese tipo de actitud. Él nos desaprobará si nos ve gozándonos de la calamidad de nuestros enemigos, y diciendo: “No siento ni un poco de pena por ellos. Después de todo, les han hecho mucho daño a los demás, ¡y todos cosechamos lo que sembramos!”.
El SEÑOR espera que adoptemos la misma actitud que Él. Pues en la Biblia se nos enseña que Él no se agrada de la calamidad del impío, sino que de continuo desea, incluso que la persona más impías se arrepientan de sus caminos; a fin de que puedan vivir y ser BENDECIDOS (Ezequiel 33:11).
Dios espera que nosotros hagamos lo mismo. Eso significa que en lugar de desear que ellos reciban lo que se merecen, les extendamos buena voluntad. Debemos orar por ellos para que el Señor los ayude y BENDIGA.
Tener buena voluntad con alguien no significa sólo perdonarlo y rechazar la amargura o el deseo de lastimarlo. Claro que la buena voluntad inicia con esas acciones, pero eso no es todo.
Tener buena voluntad con una persona, significa que debemos tratarla con amabilidad. Y alegrarnos y deleitarnos cuando es BENDECIDA. En la definición del diccionario Webster leemos que buena voluntad es: “Comprender a una persona, ofrecer un gesto de conciliación, mostrar cortesía o respeto. Expresar entusiasmo por los beneficios que otro recibe, esforzarse por ser amigable, pacífico y amable”.
Recuerde lo siguiente: el verdadero amor no sólo es la ausencia de cosas negativas, tales como el odio, el resentimiento y la falta de perdón. El amor es la presencia de la bondad, la amabilidad y de LA BENDICIÓN. Por tanto, tómese un tiempo de vez en cuando, para examinarse. Pídale al Espíritu Santo que le revele si tiene mala voluntad hacia alguien. Si es así, no se contente sólo con perdonarlo y olvidar la situación. Dé un siguiente paso, pregúntele al SEÑOR si hay algo que pueda hacer o decir con amor, y amabilidad para esa persona. Esfuércese por ser cortés y amigable con las personas. Sea como su Padre, y extienda la buena voluntad para con sus enemigos, no sólo con sus amigos.