«Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.»
(1 Pedro 4:7-8)
Una de las cosas que más demuestra la falta de amor entre los creyentes, es exponer y magnificar los pecados de los demás. En algunas ocasiones, cuando el pecado de una persona no sale a la luz, y continua cometiendo ese pecado el cual, lastimará a alguien más, o a sí misma. En esa situación, es necesario ir con el pastor o con un líder de la iglesia, a fin de que esa persona reciba ayuda. No obstante, en cualquier otro caso, el amor cubre el pecado del hermano o de la hermana. El amor magnifica y habla acerca de las cosas buenas de las personas, no de su comportamiento equivocado.
Las personas por lo general, no se sienten animadas ni edificadas cuando señalamos sus defectos. Cuando criticamos su comportamiento, aun cuando sólo deseábamos ayudarlas, es muy raro que salten de alegría, y digan: “Gracias hermano, por hacerme ver ¡cuán insensato soy! Eso me inspira. Creo que seré una mejor persona a partir de hoy”.
No, por lo regular ocurre lo opuesto. Se sienten desalentados y desanimados. Y en lugar de animarlos, para que se enfoquen en quienes son en Cristo y en la gracia de Dios sobre ellos; les hacemos pensar que son unos grandes perdedores. Y como resultado, en lugar de que ellos puedan ser libres de su debilidad, ésta perdura para siempre.
El SEÑOR le habló a Kenneth hace años acerca de este tema, poco tiempo después de que nuestro hijo John se mudara para vivir de manera independiente. En aquel entonces, John no vivía para el SEÑOR, y Kenneth quería librarlo de cometer los mismos errores que él cometió a esa edad; así que insistió en hacerle ver que estaba haciendo mal las cosas. Un día, el SEÑOR le habló a Kenneth, y le expresó: Sabes, tu hijo John cree que tú piensas que él es una mala persona.
Kenneth respondió: «¿Por qué John piensa eso SEÑOR? Yo no creo que él sea un joven malo».
Él piensa eso porque tú exageras sus pecados todo el tiempo.
De inmediato, Kenneth cambió su actitud. Le pidió perdón a John, y se comprometió a magnificar las cosas buenas que nuestro hijo hacía, en lugar de las cosas malas. Cambiar esa actitud marcó una gran diferencia.
Si deseamos vivir en amor, eso es lo único que necesitamos hacer. Cuando alguien cometa un error, no debemos atribuirnos el deber de regañarlos por la manera en que están actuando. Al contrario, debemos empezar a orar por ellos. Tenemos que creerle a Dios por ellos, y hacer súplicas e interceder por su vida. Y con compasión y misericordia en nuestro corazón, declaremos: SEÑOR, ayúdame a orar por ese hermano. Multiplica Tu gracia en él. ¡Dale las fuerzas que necesita para obtener la victoria!
Al terminar de orar, no le digamos una sola palabra de esto a nadie. Pues estamos cubriendo, ayudando y protegiendo a esa persona. Y estaremos magnificando su éxito y no su fracaso, pues es así como obra el amor.